Regalos

Mejor que recibir un regalo es hacerlo, especialmente cuando es sorprendente, referencial, icónico, televisivo y mortalmente pop.
Diseñado ad hoc.
De un enfermo admirador de Lost a otro.
En el cumpleaños de mi compañero (ya veremos hasta que punto, pues quiere ficharme para trabajar con el gobierno. Gratis, pero bueno no tengo mucho que hacer...) Farxavi, probé a jugar a la baza referencial que tan buenos resultados da en Family Guy.
Las camisetas de hoy en dia son como un lienzo y una declaración de principios (me sorprende la cantidad de chicas que visten palabras como Bitch sin la menor queja). Un instrumento de autoafirmación en un mundo en que las filias y los flirteos con la cultura pop son el precio que pagamos por estar inmersos en ella.
Ocurre con la cultura pop que hay alta cultura pop, con sus elitismos, y cultura popular pura y dura, de charanga y pandereta: Moderneces que recogen el espíritu de una muy democrática falacia, y es que ciertos elementos icónicos, sin un distanciamiento irónico, resultan (Dios me libre de dictar lo que es el buen gusto) al menos chocantes: Esas pulseras pantojiles. España negra, que ha desteñido en rosa y parda, formando una bandera de colores chillones, corridas de toros, siestas y marujeo. Gran nación pop sin cultura pop. Simplemente, siendo pura estética, podemos pasar por alto la ética.
El regalo gustó por cierto (Pretendiamos regalar taza a juego y cojín con foto de Sawyer circunvalada por un enorme corazón que la contuviera. Demasiado Kitch tal vez.)