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Este es el vestigio de Hopper. Aquello que quedó tras su locura y lento suicidio. El cadáver cansado de huesos astillados que interpreta a un viejo actor en decadencia.
Hopper enloqueció de joven y su locura era violenta y tortuosa. Sus mujeres lo pueden atestiguar con cicatrices profundas y miedo en los ojos. Hopper estaba fuera de control.
Era un buscavidas al que le ardía el pecho de una genialidad que no se traducía en nada salvo balbuceos de borracho de pueblo.
Estaba desesperado y se lastimaba a conciencia porque le hacía más daño vivir. Las drogas, el exceso, su actitud de hombre terrible y bárbaro...tenía miedo, y estaba angustiado. O era simplemente un bruto insensible. Tal vez un poco de cada. Soñaba por las noches con su amigo Jimmy Dean, que estaba muerto, y se preguntaba si él mismo estaba muerto en vida.
Suburbios de Hollywood, papeles de figurante en peliculas de Corman, juergas de Lunes a domingo para matar el tiempo, matar la vida a golpe de chupito. Era un deshecho humano y una persona con un fondo amargo y cruel, cobarde y profundamente misógina.
Borracho todo el día, su familia le huía. Buscaba su destino, creía en el sueño de contar algo significativo más allá de sus neurosis y cirrosis.
La vida quema y amarga el alma, sobre todo cuando se vive en la nada etílica de la pobreza y la desesperanza de un bohemio indomable y salvaje, un torbellino descontrolado de carne humana en estado perpetuo de embriaguez.
Llegó Fonda, y un guión tremendamente bueno, y un productor bastante atrevido. Llegó un rodaje alucinado e infernal, una charanga en celuloide abismal, totalmente ida, un viaje lisérgico casi imposible, candidato al fracaso. Acabó con su amistad con Fonda. Nicholson no creía lo que veía...
Remontó la ola con su increíble visión de rayos X. Easy Rider no fue Easy. Pero fue.
Triunfó.
Pero la suerte se había terminado. Solo restaba sobrevivir.

No le digas a nadie que no es libre, porque se pondrán a matar y a mutilar para probarte que sí lo son.

Feliz Cumpleaños, Born to be Wild.