Sigo esperando ansiosamente la publicación de "El círculo cerrado", la próxima novela de Jonathan Coe. Coe es acaso el
autor británico que más me ha seducido últimamente, por delante del artificioso pero ingenioso Barnes. Como aperitivo(está prevista en Anagrama para 2007) he robado una entrevista publicada originalmente en "La Voz de Galicia", y próximamente publique acaso algún fragmento de "
El club de los Canallas".
Nada pasa más pronto de moda que los intentos de ayer de ser polémico.
Jonathan CoeJonathan Coe regresó a su adolescencia en los setenta para hacer una crónica irónica de aquellos tiempos, una historia que, pese o quizá gracias a sus referentes generacionales, le ha valido el premio de los estudiantes gallegos: «Nunca se me ocurrió que a los adolescentes de hoy les gustaría el libro. Al no tener hijos de esa edad, pensé que sus intereses serían muy distintos. Pero parece que no, aunque el contexto político de Galicia en los inicios de esta década es muy diferente del de Birmingham en los setenta. Creo que es un libro dirigido a las emociones, y quizá eso es con lo que conectan».
-Los setenta siempre se recuerdan como una década feliz, pero fue muy conflictiva. Uno de sus personajes la rememora como un tiempo sin móviles ni Playstations. ¿Asociamos los cambios a la tecnología en lugar de a los grandes problemas, que siguen sin resolver?
-No, no se han resuelto en absoluto, y por eso estamos viendo un pequeño resurgimiento de inestabilidad social y actividad sindical. La gente se está dando cuenta de que las cuestiones candentes de los setenta no se han ido por completo. Es cierto que la gente tiende a ver estos procesos de cambio desde su aspecto más tecnológico. Ahora que estoy escribiendo una segunda novela sobre los mismos personajes hoy, están constantemente enviándose correos electrónicos y llamándose por los móviles. Pero creo que no varía el mensaje emocional del libro.
-Es alentador ver la importancia que los personajes conceden a la música pop. La mayoría de las personas de su edad que conozco ya han vendido sus discos.
-En Inglaterra, el pop se toma muy en serio, y es uno de los motivos por los que se les da tan bien. No sé si tenéis la misma tradición en España, pero un selecto número de artistas pop se convirtieron en líderes de opinión en aquella época y de la mejor forma, además. Los artistas se levantaron contra el racismo y fue una señal de que la música pop, que sólo tenía veinte años, estaba creciendo muy deprisa. Pero creo que el resto de la Europa continental no tiene la misma forma de ver el pop, como una forma de pensar sobre ti mismo y quién eres. Creo que en eso somos bastante únicos.
-¿Deberíamos recordar sin ira, pero con ironía?
-Hay humor e ira en El club de los canallas . Intenté usar ambos. El humor en el libro proviene de tener una perspectiva histórica. La segunda parte no es tan graciosa, lo que de algún modo me preocupa, ya que es inevitable: no tengo el distanciamento irónico de aquellos hechos. Pero será un contraste interesante.
-Hay quien dice que los ingleses son maestros en reírse de sí mismos, y los españoles, de los demás.
-Sí, cierto. Es verdad que a los ingleses se les da bien reírse de sí mismos. Es algo que he heredado y utilizado en mis libros, de forma especial en éste. Reírse de los demás no es una buena perspectiva para escribir una novela, porque puedes terminar siendo un poco cruel.
-Se ha publicado que escribe «demasiado británico», como un defecto.
-(Risas). ¿Cómo puede un escritor británico evitar ser muy británico? No sé. Solía pensar que tu identidad nacional te constreñía mucho como autor, pero ya no lo creo así; es más, creo que puede ser tu fuerte. Y tienes que escribir desde el interior de tu propia cultura. Mi britanidad no es para estar orgulloso ni avergonzado, sólo es lo que soy. Es el material con el que debo trabajar y lo hago lo mejor que puedo.
-Hay un autor que dice que escribe para sentirse más querido. ¿Es su caso?
-¿Más querido? ¿Recibe correo de sus fans?
-No, es algo abstracto.
-Bueno, uno puede escribir para no saberse solo: siento que he compartido cosas mías con otras personas que sin ser escritor no habría hecho de ninguna manera. Te hace más vulnerable, si quieres hacerlo bien, porque la única forma de hacerlo es ser honesto y situarte bajo la luz. Al final, creo que escribo para reorganizar el mundo a mi entera satisfacción.
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