Micronesia en el Cerebelo

Rock, cine, comics, ciencia ficción, cervezologia y sueños rotos.

Monday, October 16, 2006

Harding habla para el FN


"Hay una ocasión en concreto que recuerdo muy bien. Como año y medio antes de la otra historia. Fue en noviembre de 1976, para ser exactos, dos días antes de la noche de las hogueras. Debía ser un miercoles por la tarde, porque entonces era cuando se solía reunir el club de debate de los mayores. Esa vez iban a representar una parodia de las elecciones complementarias del día siguiente, y Harding se había ofrecido para hablar en nombre del Frente Nacional.
La gente no se acuerda ya de los años setenta. Se creen que todo eran cuellos de cisne y glam rock, y se ponen nostálgicos con Fawlty Towers y los programas infantiles de la tele, y se olvidan de la atroz extrañeza de todo eso, de las cosas tan raras que no paraban de suceder. Recuerdan que los sindicatos en el Reino Unido tenían auténtico poder en esa época, pero se olvidan de cómo reaccionaba la gente; todos aquellos chiflados y paramilitares que hablaban de formar ejércitos privados para restaurar el orden y proteger la propiedad cuando la autoridad de la ley se viniera abajo. Se olvidan de los refugiados ugandeses y asiáticos que llegaron a Heathrow en 1972, y cómo hicieron que la gente dijera que Enoch Powell había tenido razón a finales de los sesenta cuando avisó sobre los ríos de sangre, y cómo resonó esa retórica a lo largo de los años, hasta un comentario de borracho en clave racista que hizo Eric Clapton sobre el escenario del Birmingham Odeon en 1976. Se olvidan de que en esa época el Frente Nacional a veces parecía una fuerza con la que había que contar..."
"Mis recuerdos de aquella ocasión son borrosos. Sé que el Salón de Actos del colegio estaba abarrotado y yo me encontraba al fondo con mis amigos Benjamin y Philip. Unos chavales bastante encantadores, a pesar de tener tendencias más bien hippies. En esa época de su vida costaba mucho esfuerzo conseguir que hablaran de otra cosa que no fuera del grupo musical que siempre estaban a punto de formar. Un par de años antes, junto a Harding, habíamos constituido un cuarteto inseparable. Pero la lealtad que le profesabamos empezaba a desvanecerse lentamente; aún así seguía intrigándonos a todos y nos moríamos de curiosidad por saber que clase de actuación pensaba ofrecernos ese día.
Cuando se levantó para hablar después de que los otros tres candidatos nos hubieran hecho llorar de puro aburrimiento, lo primero que nos llamó la atención fue que Harding se las había arreglado para cambiar de alguna manera su apariencia física. Entró en el escenario arrastrando los pies, con la espalda encorvada, las piernas arqueadas, los ojos mirando hoscamente a su alrededor, con una mezcla de virulencia y absoluto desencanto ante la estupidez del mundo. Parecía que había envejecido sesenta años. Supongo que se trataba de una parodia de A.K. Chesterton, una figura desconocida para la mayoría de nosotros, aunque el hecho de que hubiera sido el lider del FN unos cuantos años era el tipo de cosa que no se le escapaba a Harding. Las reglas del debate estipulaban que los candidatos escribiesen sus propios discursos, pero Harding hizo caso omiso, y rebuscando torpemente en el bolsillo de su americana con aquellas manos paralíticas de viejo, sacó lo que estaba claro era uno de los panfletos impresos del propio Frente. Lo único que hizo a partir de ese momento fue leerlo en voz alta.
La reacción que provocó fue probablemente la última que él (o de hecho yo) habría esperado. Los gritos de protesta fueron muriendo y un silencio de asombro se apoderó del público. Por lo menos aquel día aprendimos que el lenguaje del puro racismo posee una especie de fuerza maligna y portentosa. Algunas de aquellas frases se alojaron en mi memoria, y siguen allí, un cuarto de siglo después, como quemaduras del inconsciente. Habló de "manadas de subrazas de piel oscura" de "degeneración racial" de "la mentira de la igualdad racial" y de la "amenaza a nuestro patrimonio nórdico de libertad". Al poco rato de escuchar cosas de ese calibre, Steve Richards, el único chico negro del colegio, salió del salón de actos, rojo de ira reprimida.
Harding se dió cuenta, pero eso no lo detuvo. Se puso a hablar de las "fauces de la muerte" Si el gobierno no abandonaba su política de tolerancia racial, era ahí a dónde íbamos a ir a parar. "¡Las fauces de la muerte!" no dejaba de repetir. "¡Las mismísimas fauces de la muerte!". Resultaba tan ridículo que algunas personas se echaron a reir nerviosamente. Empezaba a ser posible tomarse todo aquel asunto como un delirio de borracho. Pero parte de nosotros empezabamos a sentir que el humor de Harding, si se le puede llamar así, empezaba a llevarnos a lugares bastante curiosos en los últimos tiempos.
Consiguió siete votos, por cierto: más del cinco por ciento del total. No estuvo mal, pero el candidato del FN en aquellas elecciones complementarias obtuvo mucho mejor resultado. En las West Midlands, allá por 1976, éramos como una piña..."
(El Club de los Canallas, Jonathan Coe)

2 comments:

Bowie said...

vale, ok, ya lo conseguiste, ya me ha picado la curiosidad por ese libro

voy por él

va el abrazo

Mycroft said...

Es un libro que a mi, como amante de la cultura británica, me ha encantado...Un viaje por la vida de cuatro chavales que acaban el instituto, en un exclusivo colegio privado, en la época de las huelgas, Monty Python, el IRA, el auge de la extrema derecha, el despertar de la clase conservadora británica, la muerte del rock progresivo, The Clash y los sex Pistols.
Lo verdaderamente bueno de este libro es la descripción de los cuatro chicos, y el dejar entrever como sus caminos se irán separando al llegar a la madurez...
Doug, el hijo del sindicalista que se ve seducido por la vida de la clase alta y utiliza el periodismo como modo de trepar, dejando atrás a sus amigos.
Harding, un personaje muy secundario pero importante, que tiene la presión de unos padres realmente duros y usa el humor y el cinismo como medio de expresión.
Phillip, que fracasa en su intento de formar un grupo a lo Yes, e intenta sobrellevar la decepción como puede.
Pero sobre todo Benjamín, proyecto de músico, escritor, alumno brillante, pero introvertido y tímido, enamorado en secreto de la chica más popular(y promiscua) del instituto, un personaje carismático y complejo, un soñador en definitiva, un ser contradictorio.