"Hay enfermedades del alma más perniciosas que las del cuerpo."(Ciceron)Hay cierto hartazgo, cierta melancólica desidia ante el paupérrimo debate, cierto bajar los brazos ante el barullo del revisionismo histórico:
Si el manido victimismo de la izquierda ha sido convenientemente cacareado, estamos ante una realidad un tanto esquizofrénica: El victimismo de los verdugos.
Como nuevas sombras en la caverna, vemos toda una mixtificación, una tendencia a confundir historia y mito.
En ese mito, que obvia las causas sociales y económicas de una República (la nuestra) tan fallida como la de Weimar, tan condenada a un fracaso, que tuvo destellos de ambición y de democratización, y abismos importantes, que acabó asesinada un poco por todos, y por las circunstancias de una España que jamás entró del todo en el siglo XX, esta siendo utilizado:
Es El Cid, que gana batallas después de muerto, y cuya sangre que ensucia sus pálidas y seniles manos de muerte esta siendo convenientemente lavada.
España se desintegra, parece a opinión de algunos, y la figura de Júpiter en su trono bendecido por los santos varones, empieza a cobrar un simbólico significado.
No en vano ha cobrado vida un adjetivo como "guerracivilismo".
Parece difícil asimilar aquel país a este, pero muchos se empeñan en ello. Hay odio en las palabras de los sofistas, de los gurús mediáticos, de los mercenarios de la opinión.
Aquel terruño mísero y esta nación, no tienen demasiado que ver: No tenemos una población analfabeta, explotada, ni una economía que llegó tarde a la revolución industrial, ni unos cortijos esclavistas, ni un atraso social, ni pistoleros de la patronal y los sindicatos ajustando cuentas.
No parece que haya nada de eso hoy.
Al morir el tirano, muchos de sus cachorros y algunos de sus compinches, hicieron el ruido de sables, el rumor y el estruendo producto del miedo a ser juzgados, si no por la justicia, al menos por la historia. Sus conciencias (traicionándo lo que ellos mismos se decían) no les dejaron relajar el músculo.
Con el tiempo guardaron las pistolas en el cajón, pero es difícil seguir la pista de un pensamiento (bronco exabrupto de la rabia culpable). La vieja llama siempre deja rescoldos, aunque sean menos ardientes que lo que el alarmismo mediático sugiere.
Nuevos cadetes, para viejos y caducos odios: Un puñado de seres encerrados en su pensamiento único, reconfortante mundo de seguridades, de verdades incontrovertibles, tal vez porque pensar asusta. No en vano Sloterdijk afirmaba que el fascismo es una concentración de perdedores.
Parece improbable afirmar que se reabren heridas con leyes que reivindican la dignidad de nuestros abuelos de ambos bandos, si uno observa que tras la costra, aún supura: No estaba cerrada. Sigue infectada, cómo no ha de estarlo, si aún hoy, en otro lugar, en otro contexto, hay rabia contenida entre muchos sureños ante el recuerdo de un héroe de la patria como Lincoln.
Hay heridas que apenas se cierran en falso, y heridas que aunque se reconozcan infligidas por, y a ambos bandos, solo duelen en lo que concierne a nuestra propia experiencia (o la de los nuestros).
No se trata de ajustar cuentas, sino de contar con los demás: Algún daño hizo un hombre para que media España descorchara champán con su muerte y agonía.
Nadie merece tal trato solo por antipatía o divergencia ideológica.
Ocurre que algunos olvidan con que mano de obra esclava se construyeron los mausoleos que algunos defienden como símbolos, o qué crímenes se cometieron cuando se dió fin oficial a la contienda. Como decía Brecht a propósito de algunos tiranos que conoció de primera mano:
"Su guerra mata
lo que sobrevive a su paz"Pd. No pensaba escribir sobre el tema, pero
uno encuentra comentarios en algunos blogs que asustan, incluso aunque sean del año pasado, no porque defiendan algo, sino por el modo sectario de defenderlo.
Un apunte para los admiradores del fascio en general: Aprendan ortografía, lógica, historia y urbanidad.
4 comments:
ole sus c.
No quería ser tan panfletario pero se me calienta la boca. Y ya si me lío, me pongo a hablar del irpf (se creen que somos tontos), de venezuela, de las fotos del rey, del jueves, de democracia nacional invitando a un orador del ku klux klan, y de lo más terrible de todo: de la izquierda nula.
El víctimismo de la derecha está creciendo en los últimos años de manera preocupante. Parecen haber aprendido la lección que la izquierda lleva aplicando décadas. El modo de defenderlo es muy lamentable en ocasiones. No hace mucho leí cómo un periodista nostálgico afirmaba que a los presos que construyeron La Cruz de los Caídos se les trataba humanamente. Incluso recibían un sueldo, afirmaba. El despropósito incluye a una izquierda empeñada en retrotraerse a una derrota militar que no se explican y a una derecha que se crece con cada nueva fisura aparecida en la "unidad nacional".
Por cierto, los comentarios del enlace que incluyes, Mycroft, no resultan demasiado ofensivos. He leído/visto cosas que realmente dan miedo en otros lugares. No ya por lo que dicen, sino por quién lo dice. Niñatos de 15 o 18 años que son incapaces de deletrear la palabra fascismo pero, sin embargo, son especialistas en abrir cabezas. Me temo que con el pretexto de la inmigración sostenida, los próximos diez años van a ser gloriosos para esos grupos hasta ahora marginales. Y ojalá me equivoque.
A mi me duele más que unos niñatos imberbes y bárbaros, que haya gente normal que piense que los crímenes de A, justifican los de B contra un tercero (en este caso cientos de terceros).
Y no me refiero a una guerra, en la cual hay dos bandos y dos trincheras, sino a después.
Por no hablar de la misión salvífica del fascismo: La guerra como legítima defensa. ¿Quién establece contra quién o quienes hay que defenderse?
¿Cuál es su autoridad moral o legal para ello?
Si se están cometiendo crímenes e irregularidades, hay cientos de formas de hacer justicia y denuncia, más allá de las armas.
No es una cuestión menor: Legitimar ciertos alzamientos militares en los que el pueblo pasa a ser victima del fuego cruzado, significa de facto dar la razón a los grupos armados que utilizan la violencia para alcanzar sus fines políticos.
Es el mismo caso.
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