Micronesia en el Cerebelo

Rock, cine, comics, ciencia ficción, cervezologia y sueños rotos.

Wednesday, August 01, 2007

Tirando a dar


Derrapé en una curva, y el coche chirrió como un grillo enloquecido. Iba a cien en un callejón peatonal, y sentía que mi corazón se había detenido, estaba en huelga, y en mi pecho había un alud de fría nieve.
El cielo escanciaba nubes grises, y las calles viejas eran postales veloces de piedra antigua y transeúntes asustados.
Quería un médico porque creía que iba a ganar, creía en que era posible vencer cuando solo es posible claudicar y luego contratar a un publicista que haga parecer nuestra derrota una victoria.
En el asiento del copiloto, usualmente vacío y despoblado, un hueco en el que depositar murmullos de solitario que habla para si conversando con la nada, había una joven de afilados ojos, suaves y mínimos labios, medio inconsciente, con la cabeza apoyada en un hombro, el mío, que se veía abrumado en ser soporte y fortín de damiselas en apuros, y temblaba deseando huir, pero deseando aún más resistir.
Lívido e incluso con aspecto de estar un poco borracho, asustado y encogido en mi asiento como un puñal hundido en un elefante, los hechos me rebasaban.
No quise ni pude imaginar esta carrera fugaz y atroz. Un miedo nada heroico me demostraba a las claras que el celuloide miente, que yo no era Popeye Doyle, y la puerta empezó a aullar cuando perdí el control y rocé un edificio amarillo.
Finalmente me estrellé. "If a double decker bus, crashes into us...to die by your side, such a heavenly way to die" pensé absurdamente lamiendo la sangre que me caía por la cara y mojaba el pelo, "No quiero morir. Que le den por culo a Morrissey. Quiero que pase la tormenta, quiero un pasaporte que me exima de besar el suelo mojado de mi tumba".
El dragón rugía y yo sentía las miradas de los seres invisibles de la ciudad. Espectadores de las vidas ajenas, depredadores ávidos de dolor, rémoras en la espalda, los primeros periodistas tomando fotos. Sonríe. Almas húmedas empapadas del queroseno de la insensibilización, listos para arder. Aunque me quemaba yo. Hierros fulgurantes y sierras circulares, y un furor interno, un querer saltar un precipicio que no está delante.
Viene la ola, y has de encaramarte. "Huele a alcohol" dice uno, y de pronto toda la escena en reverse: El coche reintegrándose en lugar de desintegrándose, quedando intacto al tiempo que retrocede, y luego desandando el camino a toda velocidad, nosotros bajando en posición inverosímil en lugar de subiendo al coche, y luego corriendo de espaldas...
Dejando atrás a nuestro perseguidor, bueno, acercándonos poco a poco, en un rebobinado frenético muy apropiado para la desesperación.
Él clavando sus zarpas en ella en una danza extraña de sangre y más tarde golpes que la causan, y golpeando y volviendo a golpear con un trueno de impactos, y movimientos, y los puños partiendo de la cara de ella, y volviendo de nuevo a la posición de púgil.
Y más atrás todavía. Viéndo como él la acosa, y la cerca, y el miedo en sus ojos, y a mi gritando, y todo en una espiral hacia el principio, cuando me enamoré de ella mientras la vigilaba, y antes aún cuando tan sólo la seguía y la observaba, y pasaba mis horas intentado detectar el peligro (para lo que sirvió...) y me quedaba mirando a sus ojos sin fondo mientras ella esperaba constantemente que el tigre saltara sobre la gacela y la devorara, con la paciencia de quien se sabe muerta, y el reproche de quién no entiende todavía por qué.
Finalmente aún antes firmando mi contrato de guardaespaldas, pensando en que es solo por poco tiempo y en que no voy a arriesgarme más de lo necesario.
El interruptor de mi mente pulsó stop.
Atardecía, y los periódicos ya tenían sus portadas, y Shylock su libra de carne, carne de corazón, músculo rojo que apenas se atreve a palpitar.
Tic, tac, tic, tac, el tiempo avanza y tal vez este es el cruce en que mis venas han vertido más y más y más lodo.
Y esos fueron los buenos tiempos. Para qué hablar de los malos.

1 comment:

Emilio Calvo de Mora said...

Un buen rato para empezar el día. Ahora voy a comprar la prensa para enfangarlo.
Saludos, Mycroft.
Viva Chandler.