Emilio Estevez es un tipo que me cae especialmente bien. Intuyó a tiempo que su estrella actoral se apagaba conforme su aire juvenil se desvanecía, pero pecó de querer reconvertirse en director aprisa y mal: sus primeros intentos en los últimos 80 y principios de los 90 le llevaron a ser considerado con razón un director intrascendente y chapucero, y a refugiarse en la disney y en papeles de medio pelo en comedias. No se sabe como, convenció a la disney para que le pagara The War at Home, un drama de ex combatientes que no funcionó en absoluto, pero que parece un buen banco de pruebas.
Tras esto, Estevez estaba en lo más bajo en su caché como actor y sin haber conseguido convertirse en director de garantías. Sus escarceos en el mundo del telefilm se sucedieron y convirtieron en su profesión, y durante los 90 dirigió capítulos de series hasta hoy.
En cierto modo, tenía que haber empezado por ahí, pero coincidió con una época no muy esperanzadora de la TV, no como en estos últimos años. Aún con todo el cliché que arrastra, no es lo mismo dirigir CSI que Walker Texas Ranger.
Irónicamente, a la vejez se fue forjando entre capitulos de forenses, y casos abiertos. En ese sentido, es destacable que su Bobby sea un sucedáneo de un tipo de cine que plasmó Altman de modo inmejorable, porque Altman también era un viejo cachorro de la TV (Bonanza), tardío y errático, pero con genio y corazón.
Este Rated X que nos ocupa es un telefilme. Digamoslo claro, porque muchos de los reproches que podemos echarle en cara intuyo que derivan de esa naturaleza.
La dirigió Estevez, cuando era un material jugoso, controvertido y que merecía a alguien mejor.
Me temo que eso Estevez lo sabía, y decidió echar el resto. Se trata de la historia de los hermanos Mitchell, directores de cine porno, perseguidos por la justicia, devorados por las adicciones, y abocados al declive moral y económico. Una relación malsana en la que los celos, la dependencia, la autodestrucción, la guerra de egos y el amor fraterno fraguan una historia fascinante.
Estevez llama a Charlie Sheen para el papel del problemático Artie, y él mismo se encarga de Jim. Parece claro que Charlie tiene libertad para encarar el papel "as himself", y en ocasiones esta soberbio en el retrato de ruina humana, aunque tiende a un histrionismo un tanto incontrolado.
Estevez sorprende por su contención. Tal vez por contraste, totalmente buscado.
El arranque no puede ser mejor. Se plantea con los hermanos en la infancia, protegiendose uno a otro, y con las lecciones de un padre firme que les enseña la importancia del clan. Se pone la base para el tema de la inocencia perdida, la búsqueda de la infancia devastada ya en el pasado, la imposibilidad de crecer, la relación parasitaria, destructiva, pero fraternal...
Es una pena que Estevez no sea Paul Schrader. Una verdadera pena. Eso es lo que achacarle a la película (no lo que es, sino lo que no es). La tensión entre hermanos esta bien insinuada, pero mal manejada, y eso es porque Estevez dirige bien actores, pero no sabe crear tensión. Es simplemente incapaz.
Hay una escena en concreto, a la muerte del padre, en que se reparten objetos, ropa, recuerdos...Incluso el rifle en cuestión que acabará con la vida de uno de ellos. Debería ser desasosegante, debería haber tristeza pero extrañeza.
Los hermanos solo transmiten esimismamiento. Irónicamente, los actores hermanos no funcionan creando tensión entre ellos, sino que trabajan mejor por separado, y en los pocos momentos de felicidad y solidaridad familiar.
Por eso Schrader con mucho menos material saca petroleo (Autofocus): Es capaz de transmitir alienación, extrañeza, soledad, aislamiento, angustia simplemente por respirar, obesesión. Además de que se conoce el tema cainita de pe a pa (Aflicción: Su particular carta al padre. Aún así no quiso echar leña al fuego de la relación con su hermanísimo).
Otro ejemplo de la falta de tensión son los estallidos de furia de Sheen: Simplemente no inquietan. Ni apuntando a su mujer con una pistola. Contemplamos como mucho un farol de borracho. Es necesario un poco de sensación de peligro, una mirada demoníaca, una danza de locura...
Pero basta de reproches: Es una buena película, sorprendentemente arriesgada. No teme enseñar carne, no teme usar elipsis (en ocasiones el sonido de la conversación se desvanece y oímos la música: Así conoce Artie a su mujer) y es elegante en un grado insospechado para un director con pésimas referencias trabajando para TV (planos detalle del ojo de uno transformado en el del otro, el ya poco sorprendente tratado de imagen para que parezca una vieja peli doméstica en ocasiones, repentinos blancos y negros en el clímax final, un homenaje al W. Allen de maridos y mujeres en una cena...diálogos inteligentes y desacomplejados sobre obscenidades).
En el comienzo, un Peter Bogdanovich autoparódico da clases a Jim Mitchell y le dice que usa el recurso fácil del sexo, que debería hacer arte. Me da la impresión de que es un aviso: Es más difícil hacer arte con el sexo que con una peli al uso, parece advertirnos Jim. Pero más difícil es hacer sexo y arte en una TV movie, parece pestañear Estevez en clave morse.
Se recrea el rodaje de Tras la puerta verde, a la Chambers, a toda una era, a una vida disfuncional, una época en perpetua crisis, y se hace de modo ameno, introduciendo el fracaso (rodaje de Sodoma y Gomorra) y el clímax tempestuoso y violento que, y eso es lo mejor de todo, no da lugar a culpas, moralejas o redenciones.
El asesinato es, simplemente, la última escena de la bobina, en un final abrupto y rodado con talento, que no da lugar más que al fin. Ni siquiera a un juicio de valor o explicación. La vida, y la muerte, es solo algo que ocurre de forma natural, y Estevez consigue por fin graduarse tratando a sus espectadores como a personas inteligentes que no necesitan que se lo den todo masticado.
No puedo reprochar falta de ambición: Es una pelicula que rompe los clichés de lo que el público espera (y anhela) de una TV movie, va más allá del biopic en su descaro y atrevimiento, y es una muestra de humildad de alguien que quiso empezar la casa por el tejado en su carrera.
Pero no es Schrader.
2 comments:
la tengo para ver desde no sé, ¿tres añoñs¿
Estevez es un tío muy cachondo y tiene una peli muy divertida de director, la de los basureros y el cadaver.
Por supuesto que también Repo Man tiene que ver.
Y claro, esa joya del policiaco cachondo ochentero que era Procedimiento ilegal.
Joder que risa de peli
Yo tambien, pero claro Schrader es mucho SCHRADER....
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