Micronesia en el Cerebelo

Rock, cine, comics, ciencia ficción, cervezologia y sueños rotos.

Saturday, February 20, 2010

Elemental



Trepidante, deliciosa, con la ironía justa para adaptar el mito en un mundo sin héroes, el Sherlock Holmes de Guy Ritchey, teñido de steampunk, de maquinarias imposibles, de la brillante magia del asombro, de un mundo teñido de carbón de la Inglaterra del XIX, funciona.

Funciona con el sentido del ritmo y de la aventura de Ritchey, a quién los necios tildan de comercial. En efecto, ¿Qué hay de más comercial, que el autor más exitoso de la época, resucitando a su personaje finiquitado alevosamente, a petición popular?

Quienes le tildan de efectista olvidan el dinamismo que inyecta al mito. Quienes atribuyen a un pletórico Downey Jr. y a un sorprendente Jude Law todo el mérito, y únicamente a ellos, hacen mal despreciando a Ritchey mientras en otros casos, casos mimados por la crítica, hablan de dirección de actores. Aquí por lo que se ve se dirigen solos.

Porque esto es un folletín, con sus emociones, sus cultos secretos, sus golpes de efecto, y está bien que así sea, porque conserva el espíritu del mito, transformándolo.

La relación entre Holmes y Watson se torna profunda, sin la servil superioridad que en otras espartanas y pretendidamente puristas adaptaciones anulan a watson como otra cosa que el escudero, y se cimienta con palabras, actos, ironías, miradas, complicidades, y una extrema fidelidad mutua.

Tal vez ese sea el secreto de la película, la amistad entre ambos.

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