Micronesia en el Cerebelo

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Tuesday, December 19, 2006

La Proposición : El Nuevo Western Crepuscular





Imagínense el desierto australiano. El calor produce efectos visuales en el horizonte, el viento azota los pocos matorrales que se vislumbran, el sol se alza titánico en el horizonte, la arena te golpea la cara, y tú sorteas rocas y te preguntas si serás capaz de matar a tu hermano.
Nick Cave tenía en mente construir un western en la Australia del XIX desde hace décadas. Súmenle la obsesión bíblica que Cave ha convertido en parte de su inspiración y que mezcla con sus tortuosas, sanguinarias y perversas historias. ¿Y si Abel tuviese la misión de matar a Caín? Con Cave a la pluma y a la banda sonora, y la total complicidad de Hillcoat, el director, no digan que la cosa no promete.
La mugre polvorienta de la frontera australiana, el desierto como universo inexplicable , hermoso y terrible, son un personaje más de la trama. Benoît Delhomme construye una fotografía perfecta, con una paleta repleta de colores rojizos que transmiten melancolía a raudales.
Estamos hablando de un nuevo clásico, con momentos de apariencia casi onírica. Un tanto esteticista y a ratos pretenciosa (una voz en off recitando un poema mientras el protagonista recorre el desierto) la malevolencia y la sagacidad de Cave, el oficio de Hillcoat y el estado de gracia de alguno de los actores la convierten en una obra mayor.
Más cercana al Dead Man de Jarsmuch (en su poética) y a "El Perdón" de Winterbottom (en su sagacidad para el drama psicológico) que a un "Sin Perdón", las dos referencias principales son sin embargo "El Rostro Impenetrable" de Brando y el "Pat Garrett and Billy The Kid" de Peckinpah. Tono crepuscular a raudales.
Charlie Burns (Guy Pearce) y su hermano pequeño son dos forajidos capturados por un oficial de la ley, Stanley (un Ray Winstone ESPECTACULAR), que les ofrece un trato. Dejará libre a Charles para que le entregue vivo o muerto al tercer hermano Burns, Arthur (Danny Huston, siniestro e iluminado), que ha pasado de ser un simple forajido a un auténtico psicópata salvaje, violador y asesino, del que los hermanos pequeños se separaron por su creciente brutalidad. Charles tiene hasta el día de Navidad para cumplir o el hermano menor será colgado, a cambio se le ofrece un doble indulto.
Winstone construye un personaje invadido por la brutalidad que le rodea, obsesionado con una misión ("Civilizaré esta tierra", no deja de repetir) que a la vez es un esposo entregado, cuya mujer (Emily Watson) es una dama inglesa superada por el ambiente rudo y brutal de esa tierra de nadie.
Charles Burns parte en busca de un duelo fraticida, sin saber muy bien si será capaz de matar a su hermano, aunque según los aborígenes "Arthur Burns ya no es un humano, sino que se ha convertido en un hombre-perro, y ya nadie puede matarlo". En su viaje, que es un recorrido iniciático en toda regla, tras varias vicisitudes (encuentro con un cazarrecompensas borracho y xenófobo admirador de Darwin, que interpreta John Hurt) es salvado de los salvajes por su hermano, quedando malherido.
Mientras tanto la proposición de Stanley peligra cuando la ciudadanía y las autoridades descubren que ha dejado marchar a Charles Burns, y deciden azotar públicamente al menor de los Burns, por el crimen de una violación, hasta dejarlo al borde de la muerte (Escena de humillación y cástigo público muy Peckinpaniana). Stanley, que ha perdido el respeto de sus semejantes, teme la venganza de los Burns, y se atrinchera. A partir de aquí la película se torna menos introspéctiva y ensoñadora, y gana en violencia y dureza, se vuelve menos densa y más cruel.
Y hasta ahí puedo revelar. Una película cruda, pero sin demasiada violencia explícita, solo puntuales pinceladas y explosiones de sangre administradas con sabiduría. Con mucha violencia soterrada y alojada en elipsis.
Con el exterminio de los aborígenes, su explotación, la consideración de éstos como seres inferiores, tan solo sugerida, como un paisaje de fondo.
No hay aquí un falso romanticismo sobre estos criminales y patibularios, aunque falta una reflexión más profunda (más al estilo de un Paul Shreader tal vez) sobre el mal.
Porque esta película va sobre el mal. Sobre hombres que se creen dioses y dictan su propia moral salvaje, iluminados por la locura, recitando poemas mientras clavan cuchillos. Sobre la traición, sobre cadáveres pudriéndose entre las piedras, devorados por dingos, las hormigas y las moscas, sobre atardeceres cabalgando como en sueños...
¿Existe algún tipo de redención final...? Descúbranlo. En todo caso cualquier redención es solo provisional, como parecer subrayar con frialdad el guión de Cave.

1 comment:

Fernando Siles said...

Hace tiempo que escuche hablar de esta peli y la verdad es que, como buen fan del western (mi género favorito con mucha diferencia) tengo muchas ganas de verla. Además, el western australiano tiene un punto bastante molón.

Saludos.