Micronesia en el Cerebelo

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Saturday, December 02, 2006

Especial Verhoeven Nº 4: El Clasicismo de La Cenicienta


Precaución. El post no anda manco de spoilers. Pero se trata de una película difícil de localizar, y cuyo interés radica más en los matices que en la trama, así que he preferido ser prolijo en detalles.
Hay voces que señalan Keetje Tippel (Aka Katty Tippel) como la obra más impersonal de Paul Verhoeven. Al tratarse de un director con una agresividad natural, una mirada habitualmente arriesgada, esta película de época descolocó a más de uno.
No diré que en parte no es una película fallida. Una mirada un tanto benévola al personaje principal, retratado con una inocencia un poco inverosímil. Esta era una película ambiciosa, el gran retrato del Amsterdam del XIX, con toda su miseria, sordidez y mala baba.
Quedó en un retablo Dickensiano nada despreciable, pero falto de mordiente. Verhoeven no es de los que muestra su mirada crítica de un modo obvio, y ésta se esconde en los recovecos de la propia historia, en los pequeños detalles, en las mismas acciones de sus personajes, pero en este caso el discurso queda diluido en el final feliz que la propia Tippel alcanzó y retrató en su obra sobre su infancia en los suburbios, su prostitución y posterior redención(llegó a considerársela para el nobel).
Como siempre, Verhoeven tuvo problemas. Este director no tiene un rodaje tranquilo ni a la de tres. La ambientación decimonónica fue un condicionante, teniendo que elegir encuadres que ocultaran el Amsterdam moderno que estaba inserto en los barrios viejos.
El cámara Jan de Bont se había casado con Monique Van de Ven (aún más impresionante y deliciosa en esta película que en Turk Fruits, por lo que puede intuirse más que verse...) y tuvo ataques de celos bastante tormentosos. El productor Rob Houwer odiaba la vertiente explícita y dura de Verhoeven: Deseaba la eliminación de una escena de violación(bueno, violación tal cual no se si era) al comienzo de la película...
HOUWER: "Paul, esa jodida escena en el barco...Creo que es desagradable. Desagradable. Elimínala. No quiero volver a verla."
VERHOEVEN: "No hay otro remedio. Es una parte de todo. Es esencial. Y si se te ocurre quitarla, encágate de dirigir la película tú mismo. No soy un niño."
Verhoeven se salió con la suya, aunque la sospecha es que en la postproducción la cosa se suavizó mucho por órdenes de Houwer.
La vida miserable, las fábricas sórdidas e inhumanas, los burdeles...durante toda la película vemos a Keetje intentando mantenerse íntegra sin conseguirlo. Es una joven que intenta instruirse en la medida de lo posible, que lee a Verne, que sabe escribir, en la medida de una heroína Dickensiana que avanza hacia un estrato social superior.
La escena en la lavanderia es impresionante, con jornadas maratonianas, mujeres explotadas sometidas a productos químicos que las enferman, les joden los pulmones, las manos, los ojos. Keetje no es bien recibida, y en un acto pasmoso, cuando le dicen que ha de cantar algo en el descanso y canta el himno revolucionario, la acallan con canciones monárquicas. Las oprimidas reverencian a los opresores. Tras un tumulto, la echan.
Especialmente reveladoras las escenas en que sus jefes la acosan.
Tanto en la fábrica como en la tienda de sombreros, dónde finalmente sucumbe a la fuerza. La escena en que ella hace sombras chinescas y la sombra de un pene aparece como preludio de su propia violación, es una brillante descripción de que su mundo de ilusión se viene abajo al chocar con la realidad.
Su iniciación sexual comienza visitando un burdel para aprovisionarlo de sombreros, allí encuentra a su hermana, en una mirada a través de un espejo especialmente significativa...
En su hermana vemos el REFLEJO de cómo puede acabar Keetje. Persuadida por ella, se presta a los juegos de un viejo verde, pero tan solo en plan voyeur, mientras su hermana se masturba. Otra vez el Verhoeven políticamente incorrecto, procaz, sexual y crudo.
La primera vez que Keetje se vende es a un médico, para salvarse de la tuberculosis. Su tiránica hermana, que hace la calle desde su llegada a Amsterdam, se echa a perder por el vino. Entonces la presión de su numerosa y mísera familia la llevan a enfundarse literalmente en el uniforme de guerra de su hermana.
Existe un clima de descontento y hambre que recorre su vida al detalle. La forma en que hablan de comida, la observan... Verhoeven no se corta, nos enseña la pura pobreza, la aparente vulgaridad de su familia servirá de contrate para luego. El Verhoeven escatológico aparece ocasionalmente...Sus personajes no son los asépticos miserables de las adpataciones de Dickens de la BBC. Aparecen defecando en letrinas, o despiojándose.
Keetje conoce a un pintor haciendo la calle(obligada por su madre), y comienza a posar para él. Allí conoce a sus amigos burgueses con los que comienza a relacionarse, un empleado de banca trepa, seductor, pícaro, cazafortunas, sensual y encantador(Rutger Hauer, de nuevo comprobando su química con Van de Ven) con quién se va a vivir una temporada Keetje. Y un adinerado líder socialista, enamorado de Keetje en la distancia.
Cuando esto ocurre, la manera en que Keetje se desembaraza de su familia es antológica. Son un simple impedimento, una trampa para osos, no seres humanos sino rémoras con las que corta por lo sano. Si bien su comportamiento aquí es frío y cruel, está en cierto modo justificado por la naturaleza de su círculo familiar, aunque denota ese oportunismo en que Verhoeven debió hacer hincapié.
Porque eso falta, alejarse de el rol de Cenicienta. Por que en realidad ¿no es ella como el personaje de Hauer que la deja por un matrimonio de conveniencia?
Hauer en un momento de auténtico acierto le comenta a ella la posibilidad de "ponerle un pisito" como diríamos hoy en día.
Al final, y en un brote de conciencia proletaria, se une a una tumultuosa manifestación que acaba a tiros por parte de la policía, y se encuentra con el joven adinerado (André). El resto lo pueden inferir ustedes mismo.
Un Happy end un tanto ambiguo(Ella lo lleva a él, herido en la manifestación, a su casa, y tras una conversación sobre los sentimientos que él alberga, le acaba lamiendo las heridas) que Houwer intentó mitigar con una voz en off. Pero es lo de menos. El guionista sugirió un final mucho más antológico.
SOETEMAN: "Casada y adinerada ya, a la puerta de su mansión se topa con una mendiga borracha que le suplica limosna. Le recuerda su origen, Keetje, llena de miedo y vergüenza, pasa de largo sin darle a esa mujer ningún dinero, y camina cada vez más deprisa hacia la puerta principal. Mientras sube las escaleras de la entrada.
Se tapa las orejas con las manos para no oir los gritos de las mendigas. Este es el final que yo propuse. El círculo se cierra."

Es esta una película de múltiples prostituciones y no todas sexuales.
Es una pelicula ambiciosa, imperfecta, con un guión que chirría, elipsis poco naturales, fallos narrativos, ingenua...
Pero también repleta de detalles inteligentes, crudeza soterrada, repleta de símbolos(carne y sangre), crítica social, escenas repletas de fuerza, y una Monique Van de Ven increíble.
Como expresa Fernández Valentí en su libro sobre Verhoeven el espíritu de la película bién podría resumirse en la exclamación del amigo pintor al partir Keetje con André tras la manifestación:
-Buena suerte, Cenicienta.

3 comments:

El Miope Muñoz said...

La imperfección y el exceso son como tan bien dices marca de la casa Verhoeven.

Anonymous said...

Esa escena que describes de la sombra fálica es sencillamente antólogica, uno de los más geniales y marcados en cuanto a estilo momentos de la filmografía de Verhoeven. Para mi gusto tampoco es un film perfecto pero sí muy Verhoeveniano dentro de lo que cabe, digo dentro de lo que cabe porque durante el metraje es palpable la influencia del productor sobre la cinta y muestra de ello es que la película acabase careciendo del tremendo cierre sugerido por el guionista, sin embargo como dices el final es muy agridulce además de mostrar un atisbo de esperanza para el personaje protagonista (supongo que ésta era la pretensión del productor) pero no deja de estar del todo mal, de hecho hay un diálogo que pese a ser de lógica evidente me pareció precioso en el que Katty le dice a André que pertenecen a mundos distintos y éste le contesta que no existen dos mundos. Hauer, magnífico como casi siempre de costumbre.

Anonymous said...

A mí, "Keetje Tippel" me parece más redonda de lo que la mayoría piensa.

La primera media hora es magistral. Pocas veces me han hecho sentir la náusea como Verhoeven en esta ocasión. Mugrientas casas sin luz, barcos fantasmas, enormes calderos rebosantes de lejía rodeados de mujeres con las manos encallecidas y los ojos podridos a causa de los vapores. De veras que da más miedo que cualquier película de terror.

Es cierto que va perdiendo fuelle paulatinamente, probablemente a causa de esas introsiones externas que cita, Mycroft. Aun así, pienso que es una película digna de su director.

Sobre Monique Van de Ven no es fácil hablar. Tendríamos que inventar adjetivos adecuados.