Micronesia en el Cerebelo

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Friday, December 30, 2005

Fragmentos de London


Como él le decía, según leí, mucho tiempo después, en una de sus cartas: "Tenerte en mis brazos, muy cerca, y sin embargo, no tenerte. Ansiar de ti y no tenerte nunca, para, así, tenerte siempre.

Y ella: "Que tu estés siempre lejos de mi alcance. Siempre a punto de conseguirte, y, no obstante, no conseguirte nunca, para que, de este modo, se mantenga eternamente, siempre fresco y nuevo, siempre con la primera ilusión".

No lo dijeron con esas palabras exactas. En mi boca, se confunden un poco con su filosofía del amor. ¿Y quién soy yo para bucear en sus almas?. Tan solo una rana, sentada al borde del gran misterio, que mira, con los ojos muy abiertos, sus encendidos espíritus.

Y no cabe duda de que acertaron, según pretendían. Todo es bueno, mientras no se tiene. La saciedad y la posesión son los caballos de la muerte. Corren muy juntos.

"Y el tiempo solo puede mostrarnos
como prolongar el calor de nuestros
raptos con metódica rutina"

Eso lo sacaron de un soneto de Alfred Austin. Se llama "La Sabiduría del Amor". Equivale al único beso de Madeleine Maupin. Sigue así:

"Bésame y huye; no podemos ir más lejos;
y mejor morir a que caigamos, desde las
alturas, al abismo, a que, del vigor
descendamos a la decrepitud"

Ellos fueron más "inteligentes". No quisieron besarse para luego no volverse a ver. No se besaron, confiando seguir así, para siempre, en la cúspide del Amor. Se casaron. Entonces tú estabas en Inglaterra.
Jamás hubo boda semejante. Guardaron muy bien el secreto. Yo nada supe. El calor de su pasión no se enfrió. Su amor siguió ardiendo con creciente brillo.Nunca hubo nada igual. Pasó el tiempo, los meses, los años, y el alado músico no cesó de hacerse más resplandeciente.

Todos se maravillaban. Llegaron a ser los eternos enamorados, a quienes se envidiaba. En ocasiones, algunas mujeres se compadecían de Ethel por no tener hijos...Es la forma en que en ellas, suele tomar la envidia...

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