¿A ustedes
este artículo les tranquilizó en algo? Porque a mi no...
"Si bien la medicina no debe convertirse en el alimento diario del cuerpo, tampoco su alimento diario debe convertirse en medicina. Hay momentos que no son corrientes; y en tales momentos no basta con seguir el camino.
Hay que saber a dónde lleva; y si no lleva a ninguna parte, tomar otro. Encontrar otro camino implica reflexión, lo cual no congenia con las atareadas personas que se llaman a sí mismas prácticas, porque esas personas toman las cosas como están y las dejan como están.
Sin embargo, si un viajero está inseguro de su camino, lo práctico no es proceder con mayor rapidez en la dirección incorrecta, sino pararse a considerar cómo dar con el camino correcto. Y lo práctico para una nación que de pronto se encuentra en uno de los puntos decisivos de su historia no es comportarse como si no se tratara de nada importante -como sifuese indiferente torcer a la izquierda o a la derecha, atravesar valles o montañas, mientras siguiera haciendo con un poco más de energía lo que hasta entonces había estado haciendo-, sino considerar si lo que ha hecho hasta entonces ha sido correcto, y si no lo ha sido, cambiarlo.
Cuando los cabos sueltos de su industria, de su política, de su organización social tienen que volver a ser atados después de una catástrofe, la nación tiene que tomar una decisión; negarse a hacerlo es también una decisión.
Para que la decisión sea duradera, tendrá que dejar atrás la filosofía que momentáneamente merezca el apoyo de los propietarios de sus periódicos.
A menos que quiera moverse con la enérgica futilidad de una ardilla en una jaula giratoria, ha de tener una visión clara tanto de la deficiencia de lo que es como del carácter de lo que debe ser.
Y para adquirir esa visión tiene que recurrir a alguna norma más estable que las exigencias momentáneas de su comercio, de su industria o de su vida social, y juzgar a éstos por aquella. En una palabra, tiene que poder recurrir a unos principios.
Tal vez estas consideraciones no sean totalmente irrelevantes en un momento en que los hechos nos han forzado a una reconsideración de nuestras instituciones sociales...
Recurrir a los principios es condición previa para cualquier reconstrucción importante de la sociedad, pues las instituciones sociales son la expresión viable de la escala de valores que rigen en la mente de los individuos y resulta imposible alterar las instituciones sin alterar esos valores. El parlamento, la organización industrial, toda la compleja maquinaria a través de la cual se expresa una sociedad, es un molino que tritura lo que se le echa. Si no se le echa nada, muele aire.
Hay muchos por supuesto que no quieren que se produzcan cambios, y que se opondrán a ellos si intentan llevarse a cabo. Para estas personas el orden económico vigente ha demostrado ser ventajoso. Desean únicamente aquellos cambios que les aseguren igual provecho en el futuro. Son realmente incapaces de comprender por qué sus compatriotas no se contentan con gozar de ese fuego que les calienta a ellos, y se preguntan, como el férmier-genéral francés: "Cuando todo marcha bien, ¿por qué molestarse en cambiarlo?" Estas personas son dignas de compasión, pues carecen de la cualidad social que es propia del hombre. Lo que necesitan no son argumentos: el cielo les ha negado una de las facultades que se requieren para comprenderlos.
Hay otros, no obstante, que son conscientes del deseo de un nuevo orden social, pero que aún no captan las implicaciones de su propio deseo. Pueden simpatizar sinceramente con la exigencia de un cambio profundo; pueden ser conscientes de los males de la sociedad y tener un verdadero deseo de eliminarlos;
pueden establecer un nuevo departamento, designar nuevos funcionarios e inventar un nuevo nombre que exprese su resolución de llevar a cabo algo más enérgico que una reforma y menos inquietante que una revolución.
Pero a menos que hagan el esfuerzo no sólo de actuar, sino también de reflexionar, acabarán por no llevar a cabo nada. Caerán en manos de aquellos que se creen prácticos porque dan tan por sentada su filosofía que no tienen consciencia de sus implicaciones. En cuanto intentan actuar, esa filosofía se reafirma y opera como una fuerza superior que obliga a sus actos a entrar aún más profundamente en los antiguos canales.
"Infeliz de mí; ¿quién va a librarme del cuerpo de esta muerte?" Cuando quieren situar su vida económica sobre una base mejor, repiten como cotorras la palabra "productividad" porque es la primera que les viene a la mente; a pesar de que la productividad es ya la base sobre la cual se fundamenta su vida económica, a pesar de que es el logro característico desde la época anterior a la guerra (Nota del Ed.: Iª G.M.) y de que es precisamente durante el siglo que ha presenciado el mayor aumento de productividad desde la caída del Imperio romano cuando ha sido más agudo el descontento económico. Cuando sienten arrepentimiento social no se les ocurre nada más original que la disminución de la pobreza; porque la pobreza, que es lo opuesto a las riquezas que estiman sobre todas las cosas, les parece la más terrible de las aflicciones humanas. No comprenden que la pobreza es síntoma y consecuencia del desorden social, mientras que el desorden mismo es algo a la vez más fundamental y más incorregible; y que la cualidad de su vida social, que hace que ésta desmoralice a algunos a causa de una riqueza excesiva, es la misma cualidad que hace desmoralizar a muchos a causa de una excesiva pobreza.
"Pero el aumento de la producción es importante." ¡Por supuesto que lo es! No necesitamos un fantasma de las tumbas de los últimos siete años que nos diga que la abundancia es buena y la escasez mala. Pero es mucho lo que depende del esfuerzo cooperativo, y la cooperación depende de los principios, y los principios son lo que los profetas de esta doctrina desprecian."
(R.H. Tawney, economista no precisamente marxista, 1921, La Sociedad Adquisitiva)
1 comment:
Gran texto, me entristece ver la vigencia de algunas de sus palabras pese a estar escrito hace casi 100 años. Que no nos vengan con el cuento de la Nueva Economia nunca mas... Me han venido muchas cosas a la cabeza: lideres mediocres, medias neurastenicos, clases pasivas, funcionarios, etc...
Y pese a las buenas palabras de algunos, como usted dice con otras palabras: Y la nave va.
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