JCVD

La pregunta: ¿Si en lugar de al gimnasio Van Damme hubiera ido a la escuela de arte dramático...sería el Belmondo de los 80?
Van Damme, de la mano de un director que sabe lo que hace, que sabe dónde y cómo pone la cámara, que sabe en qué liga juega y cómo utilizar el bagaje y desdibujar persona, personaje, héroe, villano, antihéroe, y todo en un mismo y superlativo actor, hace una interpretación irónica, socarrona, sentimental, emocional, patética y autoexigente.
No es la parodia, la nostalgia o la ironía, el humor, o el discurso posmoderno y pirandelliano lo que sostiene la pelicula. Todo esta presente, todo la enriquece, en una multitud de matices.
Es la humanidad de su personaje central.
Pedazo de interpretacion, para un pedazo de pelicula, melancólica, triste, inteligente e ironica, que juega con los cliches, el vampirismo de la fama, los generos del cine de accion, la vision del propio yo distorsionada al infinito, y un atraco al estilo de "Tarde de perros"...
Al final de la escapada no hay nada, no hay héroes, ni siquiera ofrece una ceñuda e intelectualizada crítica de los fans que devoran a su mito cada fotograma, cada vez que lo inventan o reinventan ("usted era más amable en pantalla").
Ni la propia sed del héroe de retroalimentarse de su mito, de imaginarse con la mirada del otro por muy extenuante que sea, en ese final inventado por el mismo.
No hay ni siquiera el frío contemplar de un Godard primerizo.
Solo el cálido aliento de otro ser humano, y ahí está la grandeza, en ese final, en la mirada del hombre arruinado contemplando su propio corazón.
Tal vez la pelicula del año.