Micronesia en el Cerebelo

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Saturday, October 27, 2007

Ganarse el cielo


Por lo visto, entre los mártires también hay parias. Por lo visto, los muertos en defensa de los valores cristianos se dividen entre los que murieron alineados en el bando correcto y los que no.
La Iglesia es así, hace política a golpe de religión, y religión a golpe de política, y economía a través de ambas.
Parece que si se siguen los mandamientos de Cristo demasiado al pie de la letra, uno es incómodamente radical. Uno es sospechoso. Por cumplir el evangelio mejor que los jerarcas.
Parece que para ganarse el cielo, es mejor callarse ante las injusticias. Ganarse el cielo ayudando a los pobres, desposeídos y desgraciados esta mal visto.
Es mejor ganarlo en el despacho vaticano, cebado todo el año excepto en cuaresma, viendo crecer la podredumbre con una secreta satisfacción: Porque da más fieles que necesitan consuelo, que creen en la otra vida porque en esta ya estan peor que muertos, que siendo desgraciados son vulnerables, y siendo vulnerables, son el rebaño perfecto para el gran Pastor.
Prometamos una vida más allá mientras más acá cerramos los ojos, y enfurezcamonos ante el control de la natalidad y de la enfermedad, porque reduce el número de miserables que son los que nos hacen fuertes.
¿Qué seríamos sin ellos?
¿Que sería esta Iglesia sin sus fuegos que apagar?: Estar en contra de solucionar el problema es lo más inteligente para los que nos venden soluciones imaginarias, misticismos arcaicos, consuelos de feriantes, y caridad en lugar de justicia.
¿Qué serían los mártires, si los juntásemos con la chusma, con los que se mezclan con los pobres, con los justos en definitiva?
No es culpa de los muertos, de los mártires que sin duda merecen ser recordados, que no utilizados, es culpa de los que se erigen en sus intérpretes.
Antoni Llidó Mengual consolaba a sus compañeros presos, cuando él mismo estaba siendo torurado, vejado, electrocutado...
Alrededor del 20 del mismo mes, el sacerdote fue sacado de su celda y del recinto, junto a otros detenidos, con orden de llevar todas sus permanencias. Don Edmundo Lebrecht, en testimonio suscrito en Berlín, señala haber visto y conversado con la víctima durante los días 2 y 3 de octubre de 1974 en el recinto de José Domingo Cañas, enterándose que era sacerdote y que había sido detenido en una parcela de Santiago. Había sido víctima de aplicaciones prolongadas de golpes eléctricos y golpizas de todo tipo mientras permanecía maniatado a un camarote metálico. Por su condición de sacerdote, las torturas de que era objeto, estaban marcadas por el sado-sexualismo. Personalmente lo atendió cuando fue lanzado a la celda, en donde vomitaba y sufría de fuertes estertores producidos por la angustiosa sed que provocan los golpes de corriente.
Nos venden una verdad en la que solo se recuerda aquello que conviene, y denuncian a su vez una ley que si contempla varias visiones, varios bandos, varias realidades.
Pinochet, a ojos de muchos, se ha ganado el cielo. Tuvo que destruir un país para poder "salvarlo". Mientras él y la gente como él ha estado "bajo palio", los muertos han seguido en las cunetas.
Antonio Llidó murió.
No estaría de más que la Iglesia que no movió un dedo ante su encarcelación, tortura, asesinato y ocultación de su cadaver, se acordara de él. Aunque significara la vergüenza de reconocer que no se han acordado hasta el momento presente.
Asociación Cultural Antonio Llidó

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