Micronesia en el Cerebelo

Rock, cine, comics, ciencia ficción, cervezologia y sueños rotos.

Wednesday, January 04, 2006

Fragmentos de London


Yo seguía ignorando su secreto. Estaba confundido, incapaz de comprender. Al principio, supongo que inconscientemente, imaginé que su amor pasaría. Entonces me dí cuenta de que era el tiempo el que pasaba, pero su amor permanecía. Sentí una gran curiosidad.
¿Cuál era su secreto?¿Con qué mágicas ataduras habían aferrado al amor?¿Cómo retener al ingrávido elfo?¿Qué elixir de amor eterno habían bebido, lo mismo que Tristán e Isolda?¿Y qué mano supo preparar tal elixir?
Como he dicho sentía gran curiosidad y no cesaba de observarles. Estaban locos de amor. Vivían en un perpetuo sueño. Lo convirtieron en una ceremonia. Se saturaron en el arte y la poesía del Amor. Pero no se trataba de neuróticos. Estaban sanos, y llenos de vida, y eran artistas. Sin embargo habían conseguido lo imposible. Alcanzaron un deseo inmortal.
¿Y yo? Les vi mucho, comprobando el milagro de su amor eterno. Me intrigaban, desorientándome, hasta cierto día...
Carquinez se interrumpió bruscamente para preguntarme:
-¿Has leído "Compás de espera del amor"?
Negué con la cabeza.
-Lo escribió Curtis Hidden Page. Uno de sus versos me dió la clave. Cierto día junto al piano...¿recuerdas lo bien que ella tocaba? Frecuentemente se reía de mi dudando si les visitaba para verles o a causa de la música ¡Que voz tenía Marvin! Cuando cantaba me sentía dispuesto a creer en la inmortalidad, y era mucho menor mi respeto a los dioses, imaginando numerosos medios para vencerles...
Constituía un extraordinario espectáculo ver a aquel hombre y a aquella mujer, casados, con la espontaneidad de las ilusiones recién nacidas, y con una madurez y riqueza de pasiones que los jóvenes no pueden conocer. Los jóvenes resultaban pálidos y endebles junto a aquel matrimonio.
¡Aún me parece estar viéndoles, llenos de fuego y ternura, manteniéndose a distancia, prodigándose caricias con la vista y la voz en cada uno de sus actos, por medio de cada silencio, empujados uno a otro por su cariño, pero conteniéndose, cual tímidas mariposas, para las que eran respectivas llamas, aunque retenidas, eternamente, dentro de una misma órbita!
Semejaba como si, obedeciendo a una ley física más fuerte, y también, más sutil que la de la gravedad, fuesen a fundirse corporalmente el uno en el otro en mi presencia. No me extraña que se les conociese como los enamorados mágicos.
Me he apartado un poco del tema. Vamos ahora, a la clave...

Tranquilos, llegamos a la recta final del folletín londoniano...

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