Micronesia en el Cerebelo

Rock, cine, comics, ciencia ficción, cervezologia y sueños rotos.

Wednesday, October 01, 2008

De vidas y muertes estamos hechos


En el aniversario más fatídico del año, en mi día negro de la memoria, de la pérdida, de la ausencia presente del padre, en unas semanas en que el cáncer vuelve a posarse en las temblorosas manos de mis mayores (una escalón que decidió saltarse, para volver atrás en el curso natural y arrebatar al padre de ese hijo que fue mi propio padre) en que las letras que salían de mi pluma eran negrísimas, dolorosas como hacía tiempo que no goteaban oscuras hacia el papel, me apete un poco de luz.
No me apetece recrearme en lo oscuro, en lo agarrotado de un dolor crónico del alma que me entumece como por oleadas. Me apetece por una vez no ser derrotado por mi falta de fe en la fe, de mi falta de confianza en la esperanza que defrauda, cuando es tiempo de defraudar, pero que mientras nos sostiene no es fraude: Es sólida hasta que se rompe, y en ella nos apoyamos hasta un segundo antes de romperse.
Gonzalo Millán también fue padre, también poeta, también hombre, también enfermo terminal, también muerto por anticipado, desahuciado culpable de humanidad...
En su diario de morir desarrolla su miedo, su soledad, su negro horizonte, su velo de muerte en los propios huesos calado...(tremendo su "El dolor te procesa después de arrollarte. La mortalidad se hace una pena, la vida que te queda, un duelo." O si no "¿Contra quien volverme enfurecido
por el despojo de mi vida,
a quién reprochar la interrupción
del hilo del relato?

Toda queja puede parecer injusta,
todo lamento una treta de debilidad,
toda confesión prueba de cobardía.
El rencor, la rabia por el arrebato.
Por el robo, el asalto, el atropello.")


De él prefiero rescatar un poema hecho antes de anticiparsele la muerte con el anuncio del fin. Un poema de hombre vivo que se interroga sobre la vida, no de duda ante un interrogante final imposible de concretar. Porque no quiero recordar una muerte sino una vida, ni tengo derecho a entristecerme con el recuerdo de la misma.

Pongo en mi oreja la oreja ondulada de la nada

Vacío caracol de tierra y vides:
feble trompa que contiene
las nubes de langostas del ruido
y el silencio de la pared-ola
antes del estruendo y la caída;
roseta parda que al final de su voluta
sostiene toda la noche
en el hueco oscuro de su fruto;
serpentina de saliva
que deshago sin tiempo,
crujiente caliza hoja seca,
hasta dejar en mis ojos
la fugitiva presencia de la luz,
y del polvo el rastro,
y motas entre mis dedos.
(Gonzalo Millán)


Tal vez todo sea en el fondo más simple, como en el libro de mi biblioteca que recopila haikus japoneses sobre la muerte. Con una actitud más sana y natural.

"Una noche corta
me despierta un sueño
que parecía largo"

(Tanko)

3 comments:

lutxo said...

Es difícil comentar un post como este pues es un tema delicado al que nunca me he enfrentado demasiado directamente. No creo que pudiera encontrar una palabra para describir lo sentido como lector (y camarada).

Esta sensación en micronesia no es nueva, de todas formas. Gracias por compartir, en el optimismo y en el optimismo, las punzadas al alma.

Un abrazo grade, mycroft, y toda la suerte del mundo a la familia!

Anonymous said...

No sé cómo debo enfrentarme a todo lo que me está ocurriendo, Mycroft. No lo sé. Hay días que pienso que actúo de un modo adecuado, y otros en los que la negrura me consume.

Te tomé como referencia para aceptar mi futuro inmediato del mejor modo. Pero lo que ocurrió después estaba fuera de guión.

No soy optimista, aunque me alegra ver que tú cada día lo eres más. Recuerdo aquellas palabras que me dijiste, que uno debe salvarse por sí mismo. Y recuerdo cómo lo rebatí. Dos puntos de vista con un mismo fondo que seguro contiene miles de verdades y no pocas mentiras.

Durante tres años he observado en silencio. Pero sabes, que estoy aquí para cualquier cosa que precises. De hecho, aún guardo el libro que te iba a regalar durante mi visita a tu ciudad, en agosto. Te lo entregaré en mano, Mycroft. Pasen meses o años hasta que llegue ese momento.

No conozco el libro que citas. No hace mucho, leí "Bajo el signo de Marte". Pensé que me sería de ayuda, pero no lo fue. Su pesar se unió al mío y a la hora oscura en la que me muevo.

No sé como afrontarás un día tan pesaroso. Prefiero no aconsejar a nadie sobre el tema, teniendo en cuenta el modo en el que yo me enfreto a ellos.

Fuerte abrazo, Mycroft.

Mycroft said...

Te podría transcribir el poema que naturalmente me salió, negro y desesperado, cuando supe que ese abuelo que quiero de una manera contradictoria a pesar de él mismo en ocasiones, valiente, fuerte, pero hiriente, autoritario...solidario pero egoista, alguien con quien mi padre no pudo vivir ni pudo dejar de querer, esté enfermo.
Era un poema tremendista y patético, breliano. No muy perspicaz (como si lo fue, como tu sabes, C.S. Lewis) pero altamente sincero.
Pero no vale la pena, borré el título, borré la palabra maldita, y horadé en mi propio dolor para rescatar arqueológicamente el recuerdo de los haikus encontrados al azar...
Haikus moribundos sobre la brevedad... Hay una extraña naturalidad en la manera de narrar la propia muerte a la japonesa, como algo irreversible y por tanto aceptable.
Eso no aleja mis fantasmas pero les da un nuevo rostro resignado y protector. El dolor es dolor, la ausencia es ausencia, pero comprendo que yo estoy aquí ahora, el pasado es un compartimento estanco, ya disfruté de esas personas, o disfrutaré del tiempo que le quede a esta otra...eso es algo que no todos pueden decir, es algo que nadie puede arrebatar...Es tiempo que nos llevamos al corazón, un tiempo que se que es muy valioso.
Como el tiempo que queda en que disfrutare de otros, u otros de mi. No se que puedo decirte, el dolor es una experiencia enteramente personal. Pero yo elige salvarme. No renuncio al recuerdo, pero tampoco estoy dispuesto a que el recuerdo me arrebate el presente, sea el que sea.