Dolmatovia

Justo antes de que se iniciara la Guerra del Golfo, Baudrillard predijo que dicha guerra no ocurriría. Después de la guerra, proclamó haber estado en lo cierto: «la guerra no ha tenido lugar». La realidad de la guerra, en la que la gente se enfrenta una a otra hasta la muerte, había sido reemplazada por una copia de la guerra donde no existió ninguna lucha, ya que ésta solo llegó al resto del planeta a través de la televisión.

En un momento, justamente ahora que el filósofo Baudrillard ha muerto, en que la realidad en general y la política en particular se han convertido en simulacros, en espectáculo pensado para ser consumido por las masas a través de la pantalla, de mero slogan lanzado al aire en la sociedad del entretenimiento, política reconvertida en tribalismo virtual, pertenencia a un grupo ficticio, a una sombra de realidad que intenta interpretar la propia realidad como si fuera sombra maleable, la única manera de hacer política sin resultar absurdo consiste en militar en un partido que no es, con unos objetivos imaginados, en unas elecciones inventadas, en un país que no existe.
Esa es la propuesta de Dolmatovia, un juego político, que es menos juego, y menos político que la realidad, pero que no es más ficticio que ésta.
Y no se trata, como en otros juegos, de abandonar a la realidad, renunciar a ella para convertirse en un pasivo consumidor de simulacros de vida. Sino que se trata de atreverse a reirse de la política creando un parlamento metafórico que represente el sinsentido y el desencanto de una clase que supuestamente representa a la sociedad, pero que lo que intenta es adaptar a la sociedad a su concepto de lo "real" manipulando, desde una tendencia u otra, la imagen y la información para que se parezca más y más a lo que ELLOS tienen en mente.
Poniéndonos en su lugar, nos atrevemos a pensar como políticos ( o simplemente atrevernos a pensar) y a desenmascarar su cinismo, amén de divertirnos bastante. Invitados quedan. A ver si adivinan a qué partido pertenezco...