Desde el vacío de más allá de sus cuencas horadadas de aire, la calavera de Yorik observaba a Hamlet. Y no podía, desde el limbo del abismo de los que no sienten ya ni padecen, dejar de darse cuenta.
Su amigo le tenía envidia.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
Posts
2 comments:
Lástima los palos que le dieron a la estupenda versión que hizo Branagh.
Nunca tuve claro quien envidia a quién. Hamlet está vivo, sí, pero en su dolor el que le mantiene vivo y vivir odiando no puede ser vida.
Y paro no vaya a terminar conjugando todos los tiempos verbales posibles de "vivir".
Trataré de visitar a los conocidos en alguna de mis dos escalas por Madrid. Si no me hes posible, espero hacerlo en octubre.
Hasta entonces, Mycroft. Cuídate.
Bon voyage, cuidese también...
Post a Comment