Micronesia en el Cerebelo

Rock, cine, comics, ciencia ficción, cervezologia y sueños rotos.

Sunday, August 27, 2006

Hoy...


Me siento pequeño. Diminuto. Un enorme peso me asfixia. Y ni siquiera se muy bien por qué.
Soy Scott Carey, soy el increíble hombre menguante.

"-Yo continuaba menguando, convirtiéndome, ¿en qué? ¿Lo infinitesimal? ¿Qué era yo? ¿Aún un ser humano? ¿O era yo el hombre del futuro? Si hubiera otros despliegues de radiación, otras nubes yendo a la deriva por mares y continentes, ¿podrían otros seres seguirme hacia este vasto nuevo mundo? Tan cerca lo infinitesimal y lo infinito. Mas repentinamente, yo sabía que había en realidad dos fines para el mismo concepto. Lo increíblemente pequeño y lo increíblemente vasto eventualmente se encuentran: como el cierre de un gigantesco círculo. Miré hacia las alturas, como si de algún modo pudiera aprehender los cielos. El universo, mundos más allá de su enumeración, el tapiz plateado de Dios se esparce por la noche. Y en ese instante, supe la respuesta al enigma del infinito. Yo había pensado en términos de la limitada dimensión del propio hombre. Yo había sido arrogante hacia la naturaleza. Que la existencia comienza y finaliza es una concepción humana, no de la naturaleza. Y sentí mi cuerpo menguando, fundiéndose, convirtiéndose en nada. Mis miedos me desbordaron. Y en su lugar llegó la aceptación. Toda esta vasta majestuosidad de creación debía significar algo. Y entonces comprendí algo, también. Sí, más pequeño que lo ínfimo, comprendí algo, también. Para Dios, no existe la nada. ! EXISTO!"




Pd. Por cierto, quiero que conozcan mi ciudad. No exactamente la ciudad en la que vivo, ni siquiera la que imagino. Sino la que reconstruyo con mi mirada...

4 comments:

Bowie said...

el increíble hombre menguante es la gran metáfora de nuestras vidas, :-D

esos efectos especiales son tan...entrañables


va el abrazo

Esther said...

Recuerdo perfectamente esa película. La vi en el programa de Chicho Ibañez Serrador. Yo era pequeña y esa película me inquietó. No se me olvidará la imagen en la que el hombre, habiendo ya menguado, sostenía un lápiz enorme, como si fuera una gran tubería. ¡He podido hablar en tu blog, he podido!

Anonymous said...

Los (d)efectos especiales de esta peli marcaron mi infancia.

Un tratado de filosofía existencial disfrazado de película de ciencia ficción. Una joya de valor incalculable.

Tome nota, Mycroft, de ese monólogo final cada vez que se sienta tan diminuto como hoy.

Anonymous said...

Una recurrente pesadilla...