150 palabras, 150 trallazos de sangre que se escapan del alma y pueblan el suelo. Es tan poco para gritar furioso traicionando al verso:
-¡No me Marcho!
¿Qué es el Apocalipsis sino una despedida triste entre amantes que ya han empezado a olvidarse? Uno espera en vano que haga sol el último día en que va a mirar al cielo, pero por la ventana solo se ven edificios en construcción y un cartel (DEMOLICIÓN). El viejo escritor le pide a su hija una máquina de escribir. Lleva dos días vomitando sangre. Se la acercan a la cama, y él alcanza a teclear una palabra: FIN.
(Publicado por primera vez en el
Certamen de minirelatos del absurdo, del
Diario de una erotomaníaca.)
1 comment:
más que absurdo, es hermosamente poético.
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