Lost (in traslation)

Cuando leo, alguien piensa por mí.
Cuando escribo, mi mano piensa por mí.
Cuando duermo no pregunto ¿existo?
Existo y sé que no soy libre,
no puedo engañarme: estoy en un sueño.

Eeva-Liisa Manner

Tras dos temporadas estupendas (de las cuales la segunda es con mucho la que más disfruté), la serie Lost volvió a la carga con un peso sobre los hombros impuesto por los espectadores: Empezar a explicarse, justificarse, enseñar algunas cartas bajo la manga, y como prestidigitadores pillados in fraganti, mostrar alguna pieza del puzzle. O por lo menos procurar no marear tanto.
Aún así, fueron capaces de regalarnos algunos momentos imprescindibles (especialmente de la mano de dos personajes, Sawyer y Jack, y del enorme cliffhanger del último episodio antes del parón)
En cierto modo, y sin explicarnos realmente nada fundamental, la serie perdía misterio, y también ritmo (excepto en el mentado capítulo, de adrenalítico tono).
Sin embargo, soy de los que defienden que no se trata de un desgaste demasiado grande, ni de una caída irremediable. A aquellos que piden explicaciones sobre qué coño va todo el asunto, les diría: Disfrutadlo y no hagais preguntas...mirad El Prisionero. Una mente despierta comprendió que un final críptico era mucho más apropiado.
La tercera temporada no ha empezado tan mal como algunos se empeñan en señalar, y es necesario decir que tras tropecientos capítulos, el espectador ha de ser cómplice y entrar en su juego. En su universo. De lo contrario, y perdido el factor sorpresa, estaremos contemplando un sueño desde el mundo de la vigilia, con una actitud de cínica indiferencia.
Los sueños hay que verlos con ojos de soñador. Yo ya los he preparado. Lost está al caer.

Pd. La canción del video es la magnífica These Eyes de los Guess Who.