El escritor Norman Spinrad, un visionario para muchas cosas que están acaeciendo hoy en día, ha grabado un video, temiendo, creo, la derrota demócrata en las legislativas americanas.
Se trata de un discurso dirigido para que lo acepte y lea el presidente como parte de su propio programa, un discurso en el que le anima a tomar medidas decidiamente Rooseveltianas.
Impuestos a las grandes fortunas revocando los privilegios fiscales que aumentaron en la era Bush, reduciendo el déficit, y permitiendo el saneamiento de la iniciativa pública en la creación de empleo y provisión de servicios, aumento del salario mínimo, para dotar a los consumidores internos de fondos que sostengan la economía del país; una intervención decidida para acabar con las burbujas de las hipotecas ("People who borrow money from banks or other such primary financial institutions should have the right to deal directly with the original lender on all matters relating to the loan"), y un impuesto pensado específicamente para penalizar a las empresas corporativas que alcanzan beneficios desproporcionados acercándose a posiciones cuasi-monopolísticas.
Parece un llamamiento desesperado para que el presidente de la esperanza y del Yes we can no traicione las promesas, ni haga un ejercicio de gatopardismo dándo la espalda a unas bases decepcionadas y ansiosas, impacientes y día a día más repletas de dudas, en un proceso en el que la decepción, un sentimiento cada vez más fuerte, puede contagiarlo todo (sentimiento un poco menos inexorable, justificado, y cubierto de silbidos, que en nuestro propio país. Pero claramente parte del mismo malestar natural ante la impotencia y la cobardía política, ante los intereses partidistas y las componendas con el establishment).
El documento del lúcido Spinrad termina de forma contundente:
"I will fight for it beyond this Congressional election if need be. I will carry it forth into the next election if I have to. I will never give up."
Se trata de un discurso dirigido para que lo acepte y lea el presidente como parte de su propio programa, un discurso en el que le anima a tomar medidas decidiamente Rooseveltianas.
Impuestos a las grandes fortunas revocando los privilegios fiscales que aumentaron en la era Bush, reduciendo el déficit, y permitiendo el saneamiento de la iniciativa pública en la creación de empleo y provisión de servicios, aumento del salario mínimo, para dotar a los consumidores internos de fondos que sostengan la economía del país; una intervención decidida para acabar con las burbujas de las hipotecas ("People who borrow money from banks or other such primary financial institutions should have the right to deal directly with the original lender on all matters relating to the loan"), y un impuesto pensado específicamente para penalizar a las empresas corporativas que alcanzan beneficios desproporcionados acercándose a posiciones cuasi-monopolísticas.
Parece un llamamiento desesperado para que el presidente de la esperanza y del Yes we can no traicione las promesas, ni haga un ejercicio de gatopardismo dándo la espalda a unas bases decepcionadas y ansiosas, impacientes y día a día más repletas de dudas, en un proceso en el que la decepción, un sentimiento cada vez más fuerte, puede contagiarlo todo (sentimiento un poco menos inexorable, justificado, y cubierto de silbidos, que en nuestro propio país. Pero claramente parte del mismo malestar natural ante la impotencia y la cobardía política, ante los intereses partidistas y las componendas con el establishment).
El documento del lúcido Spinrad termina de forma contundente:
"I will fight for it beyond this Congressional election if need be. I will carry it forth into the next election if I have to. I will never give up."
Discurso en el blog de Norman Spinrad.
1 comment:
El gran problema de Obama es el miedo. Teme no cumplir su programa (cosa que en gran medida va a ocurrir) y teme ofender a los que no le votaron pero conservan una gran parcela de poder. Spinrad está en lo cierto. Sólo con medidas lógicas (lo que los liberales llamarían extremas) se logrará el prodigio. Debe volverse hacia sí mismo, hacia sus las raíces que le llevaron al poder máximo. Debe enrocarse para convercerse (algo de lo que ahora seguramente duda) de que la quimera es (y fue) posible. Si queremos más Obamas es necesario que los bolsillos de las clases medias y bajas noten que es un aliado el que está del otro lado. De lo contrario nos espera el Tea Party y otras aberraciones similares.
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