"Fourier define la sociedad moderna como un mecanismo donde prevalece la licencia individual más extrema, sin dar ninguna garantía al individuo contra la usurpación de la masa, o a la masa contra la usurpación del individuo. La historia parece enseñarnos que ningún movimiento popular por enégico y vigoroso que sea, puede producir cambios profundos y permanentes en el organismo social del mundo civilizado. Los elementos preponderantes del movimiento, los hombres que lo conducen y lo alimentan, terminan por experimentar un distanciamiento gradual de las masas y se ven atraídos hacia la órbita de la clase política. Quizás aporten a esta clase cierto número de ideas nuevas, de una mayor energía creadora, la enriquecen de inteligencia práctica, con lo cual le dan una juventud siempre renovada. La clase política sin duda tiene un sentido muy afinado de sus posibilidades y de sus medios de defensa. Despliega una notable fuerza de atracción; es raro que no ejerza influencia aún sobre el más hostil e irrenconciliable de sus adversarios. Desde un punto de vista histórico, los antirrománticos tienen mucha razón cuando resumen su escepticismo en un tono tan cáustico como el siguiente: ¿Qué es una revolución? Las personas disparan tiros en una calle y eso rompe muchas ventanas: los únicos que sacan ventajas son los vidireros. El viento empuja el humo. Los que está arriba empujan hacia abajo a los demás..."
(Robert Michels, los partidos políticos)
Aunque no comparto la visión histórica gatopardiana al cien por cien de Michels, esta huelga ha sido un simulacro pactado para salvar la cara, un paripé, una ruina, una tomadura de pelo, una parodia a destiempo de algo que debió pasar hace tiempo, pero que ahora solo se representa como farsa. Ineficaz y dañina.
El Dr Zito, Ottinger y Paolo2000 reflexionan en sendos posts, desde ángulos distintos. Yo poco puedo aportar, más allá de que coincido con Ottinger en revolverme, escindido entre mi instinto de justicia social y defensa de los derechos, y mi cinismo hacia los supuestos abanderados del mismo, su desfachatez, su connivencia, su hipocresía; contra esta huelga que es una No Huelga. En mi réplica al más estusiasta (Dr. zito) se resume mi posición.
(Robert Michels, los partidos políticos)
Aunque no comparto la visión histórica gatopardiana al cien por cien de Michels, esta huelga ha sido un simulacro pactado para salvar la cara, un paripé, una ruina, una tomadura de pelo, una parodia a destiempo de algo que debió pasar hace tiempo, pero que ahora solo se representa como farsa. Ineficaz y dañina.
El Dr Zito, Ottinger y Paolo2000 reflexionan en sendos posts, desde ángulos distintos. Yo poco puedo aportar, más allá de que coincido con Ottinger en revolverme, escindido entre mi instinto de justicia social y defensa de los derechos, y mi cinismo hacia los supuestos abanderados del mismo, su desfachatez, su connivencia, su hipocresía; contra esta huelga que es una No Huelga. En mi réplica al más estusiasta (Dr. zito) se resume mi posición.
Antes solo una España helaba el corazón. Tal vez ahora somos menos ingenuos, y hace falta mucho empeño por encontrar una partícula de la misma que no lo haga.
Baudrillard estaría contento: ¡Esta huelga no ha tenido lugar!