Es un disco que para mi va más allá de lo que realmente representa. Objetivamente, letras costumbristas cargadas de ironía política y sapiencia callejera para un punk que nunca fue punk, sino que fue la llama de rabia proletaria que aunó ska, reagge, punk, pop y rock.
Tiene una capacidad de síntesis de lo que es la música de los clash, una humildad, una sencillez, un hacerlo todo fácil, directo, comprensible.
London calling es un grito, pero no un grito de simple furia, sino un grito por el derecho a un vida digna, un canto optimista, pero retratando la pobreza, el crimen, la frustración vital de un mundo dehumanizado (Lost in the supermarket) en el que debemos resistir (i live by the river).
London Calling es un alegato moral acerca de la imposibilidad de una revolución, pero de la miseria de la Inglaterra pasiva y conservadora del momento, cuya pervivencia, cuya contradicción, cuya inercia, es la misma, el mismo sustrato, que alienta el malestar que hoy experimentamos.
No hay que rendirse, hay que sobrevivir. Y una vez conseguido, no hay que sobrevivir, hay que hacer algo con la vida de uno.
Es el disco que debió cambiar la historia de la música, pero no lo hizo. Un disco sobre crisis y convulsiones tanto sociales como personales, que no se circunscribe a su literalidad. Precisamente si algo tiene este disco es que captando el zeitgest del momento, es intemporal, y envejece mucho mejor que sus contemporáneos, que los discos ultrapolitizados pero agresivamente fríos y excesivamente arty de unos Gang of four, o que el 90 por cien de la musica de los ultimos 70 y primeros 80.
Un disco desesperanzado pero positivo acerca los tiempos de ira y pobreza, de los tiempos duros que deben cambiar a golpe de nuestros propios actos.
El hecho de gritar apasionadamente contra el conformismo, la pasividad, la resignación...¿Acaso no es un discurso, de muerte y gloria, de esperanza para los desesperados, que ahora más que nunca, sigue vigente?
Habremos perdido la inocencia frente a las utopías, pero no hemos perdido, espero, el sentido de cantar sobre la gente común, la gente decente, la gente normal, y sus problemas. No cambian muchas cosas, pequeñas hipocresías, traiciones a uno mismo, ceguera frente a lo injusto.
Este disco es para oirlo no con los oidos, sino con el alma. No hay que escucharlo, hay que vivirlo, y el que no lo viva en carne propia, no lo ha oído realmente todavía.
Y ahora, la segunda parte: En la época más triste de mi vida, aquel verano terrible, en cada uno de los trayectos de autobús por la mañana y por la tarde hacia el hospital, oyendo a Joe Strummer cantando con calidez y vitalismo mientras yo estaba muerto por dentro, este disco me sostuvo a pulso y me evitó caer. Lo oía obsesivamente, quién sabe por que motivo.
No era capaz de llorar, tampoco soy de los que gritan. Así que Joe gritaba mi rabia por mi. Gracias, Joe.
Tiene una capacidad de síntesis de lo que es la música de los clash, una humildad, una sencillez, un hacerlo todo fácil, directo, comprensible.
London calling es un grito, pero no un grito de simple furia, sino un grito por el derecho a un vida digna, un canto optimista, pero retratando la pobreza, el crimen, la frustración vital de un mundo dehumanizado (Lost in the supermarket) en el que debemos resistir (i live by the river).
London Calling es un alegato moral acerca de la imposibilidad de una revolución, pero de la miseria de la Inglaterra pasiva y conservadora del momento, cuya pervivencia, cuya contradicción, cuya inercia, es la misma, el mismo sustrato, que alienta el malestar que hoy experimentamos.
No hay que rendirse, hay que sobrevivir. Y una vez conseguido, no hay que sobrevivir, hay que hacer algo con la vida de uno.
Es el disco que debió cambiar la historia de la música, pero no lo hizo. Un disco sobre crisis y convulsiones tanto sociales como personales, que no se circunscribe a su literalidad. Precisamente si algo tiene este disco es que captando el zeitgest del momento, es intemporal, y envejece mucho mejor que sus contemporáneos, que los discos ultrapolitizados pero agresivamente fríos y excesivamente arty de unos Gang of four, o que el 90 por cien de la musica de los ultimos 70 y primeros 80.
Un disco desesperanzado pero positivo acerca los tiempos de ira y pobreza, de los tiempos duros que deben cambiar a golpe de nuestros propios actos.
El hecho de gritar apasionadamente contra el conformismo, la pasividad, la resignación...¿Acaso no es un discurso, de muerte y gloria, de esperanza para los desesperados, que ahora más que nunca, sigue vigente?
Habremos perdido la inocencia frente a las utopías, pero no hemos perdido, espero, el sentido de cantar sobre la gente común, la gente decente, la gente normal, y sus problemas. No cambian muchas cosas, pequeñas hipocresías, traiciones a uno mismo, ceguera frente a lo injusto.
Este disco es para oirlo no con los oidos, sino con el alma. No hay que escucharlo, hay que vivirlo, y el que no lo viva en carne propia, no lo ha oído realmente todavía.
Y ahora, la segunda parte: En la época más triste de mi vida, aquel verano terrible, en cada uno de los trayectos de autobús por la mañana y por la tarde hacia el hospital, oyendo a Joe Strummer cantando con calidez y vitalismo mientras yo estaba muerto por dentro, este disco me sostuvo a pulso y me evitó caer. Lo oía obsesivamente, quién sabe por que motivo.
No era capaz de llorar, tampoco soy de los que gritan. Así que Joe gritaba mi rabia por mi. Gracias, Joe.
3 comments:
Cuando tenga vivienda me voy a hacer un poster con esa portada. Me lo acabo de prometer a mi mismo.
Saludetes.
Un disco tremendo. Nunca he sido fan fatal de The Clash pero soy de la opinión de que este tiene uno de los inicios mas soberbios con ese pulsante London Calling con esa letra profetica y reveladora...
Como usted dice el grito de The Clash no es nilihismo ni de barata rabia destructiva sino que se preña de inteligencia y dignidad... Ese es su maximo triunfo
Otro disco (The River). Las mismas emociones.
Es disco de los Clash es la hostia.
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