Micronesia en el Cerebelo

Rock, cine, comics, ciencia ficción, cervezologia y sueños rotos.

Saturday, July 04, 2009

And Now...the news...



En ocasiones, se viste de periodismo lo que es pura exploitation. O de cómo la aparente progresía del periodista de investigación, puede ser de lo más reaccionario.
21 días es una propuesta de cuatro, del llamado "periodismo de investigación".

Hay sin embargo un problema. 21 días nos cuenta más de la mirada y la experiencia de la reportera, que del fenómeno a investigar. 21 días nos muestra a una reportera de mirada naïve, pequeñoburguesa, casi diría pijoprogre, y su concienciación de cinco minutos, tras creérse que conoce el fenómeno X (pobreza, marginación) por cuatro ratos distorsionados en los que juega a gran investigadora.

La cámara condiciona las reacciones de los protagonistas de la historia (veáse callejeros) pero aquí no hace falta ese conocido impedimento para ser objetivo. Partimos de los prejuicios de los investigadores, y de una premura: Obtener resultados en poco tiempo (20 días) para que los costes de producción se ajusten a un programa rentable. ¿Es suficiente para una investigación previa, para infiltrarse en un grupo humano y ganarse su confianza, para contrastar resultados, para tomar distancia, para evaluar los datos?

En realidad, ¿Qué más da? tenemos la plasticidad de las imágenes, un show de impacto, una historia "de interés humano".
Es como las historias que Bart explotaba, cuando emulaba a Ken Brockman en aquel capítulo de los Simpson.

¿Que es una perversión de los trabajos, serios y no orientados a la espectacularidad y al show, del gran Gunter Wallraff? Pues si. Pero hoy en día, pasar un año viviendo como un inmigrante turco, dedicar dos años de investigaciones a una obra como "Cabeza de turco", es una inversión que nadie hará.

Porque las noticias caducan, y los comunicadores se sucenden, son devorados por la ola de vorágine informativa, el flujo de ruido, imagen, información y opinión, indistinguible, como una tanda de Twitter iraní, como una tertulia política de predicadores desde sus púlpitos, omnívoros en su sapiencia, en sus competencias, como un espectáculo funerario sobre un esqueleto que baila y se droga y muere mártir.

La información ha muerto. Show must go on.

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