Micronesia en el Cerebelo

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Thursday, April 03, 2008

Especial Verhoeven: El Hombre despojado del limite moral de la visibilidad


"Traté de hacer una aproximación a la película más normal, porque este era un filme muy caro y si lo convertía en un film personal hubiese significado el fin de mi carrera".
(Paul Verhoeven, confesándose ante el santo padre de los auteurs: aún así, no ganó la confianza de los productores, a pesar de taquillazos pasados)

Si a estas alturas del especial Verhoeven ha ido quedando una cosa clara, es que poco a poco y como consecuencia de visionar y comparar su filmografía como un todo, he llegado a una especie de conclusión o Tesis: Verhoeven es un moralista. Cierto, una clase de moralista muy especial, un moralista no de una moral dominante o aceptada, un moralista de su propia moral, pero no dejemos que su sutilidad a la hora de insinuar, nos haga caer en la tentación de minusvalorar el hilo conductor: En prácticamente todos y cada uno de sus fimes, Verhoeven utiliza sustratos de la historia para destacar o subrayar matices morales de la misma.

Eso es algo que no podemos decir de todos los directores, y menos aún en los directores "de género" recientes, algo mucho más común en la etapa dorada de los Klaatu Barada Nikto, ladrones de cuerpos y dimensiones desconocidas (Recordemos episodios del Twilight Zone como el grandioso Two, con Charles Bronson, o el en su día polémico The Encounter).

Por si hay alguna duda, para explicar su enfoque a este encargo, el propio Verhoeven cita a...Platón:
"Hace miles de años, Platón ya escribió acerca de la invisibilidad, afirmando que la moralidad no es algo que este dentro de nosotros; se define en función de lo que los demás saben y esperan de nosotros. Él afirmaba que si una persona consiguiera ser invisible, se sentiría ebria de poder y abusaría de el simplemente porque nadie le podría controlar..." "Platón añadía que dentro de cada uno de nosotros no existe un código moral universal que nos obligue a ser buenas personas...Sencillamente nos comportamos bien porque no queremos ser castigados..."

Hoy tocaba Instinto básico, más que nada para quitarselo de encima (soy precisamente de la opinión de que Instinto es quizás su peor peli), pero hace unas semanas me manifesté algo rotundamente en el blog El emperador de los helados a favor de minimizar la dimensión Pulp de la película.

En cierto modo debía una explicación: Y es esta. Wells es otro moralista, mucho más nítidamente que Verhoeven. En Wells el pulp y la literatura de género es más pura y brilla más en los relatos cortos, mientras que en los largos tiene el tiempo suficiente como para jugar al autor humanista. En ese sentido, contrapondría por ejemplo las narraciones fantásticas de Doyle, con su profesor Challenger: Sin más visos que el puro entretenimiento inteligente y especulativo, aventurero y fantástico.

Es una película sobre vouyerismo y poder...Sobre todo poder. Poder absoluto, poder arbitrario, poder enloquecedor. ¿Qué separa a un hombre con un poder excepcional de un dios, parace preguntarse Sebastian Cane, por poner proposiciones nietzscheanas en su boca? Nada.

Tal vez solo las pasiones humanas. Toda la película pivota sobre el personaje de la doctora Linda McKay, objeto de deseo, observación, lascivia, posesión, fetiche imposible de Sebastian, cuyo poder físico no puede producir un cambio que la obligue a amarle.

En cierto modo Sebastian tenía madera de doliente pero presuntuoso y amoral héroe romántico, pero la posibilidad de manipular a su entorno sin ser visto ni interceptado/castigado acaban haciendo de él un villano.
La historia y el guión de Marlowe, los fabulosos efectos, todo contribuía a extraer de este amplio conocedor del género al director de la carne y la sangre, del cuerpo humano como complejo amasijo de arterias, músculos, huesos, vasos sanguíneos. La humanidad como patético recipiente en contraposición a la invisibilidad divinizada de Sebastian.

Y otra particularidad Vehoeviana: Eros, en este caso el erotismo del observador secreto: Un rol que acaba cuando comienza la sensación de impunidad que invita a la acción. El exuberante espectaculo visual no debería hacernos olvidar el agudo compendio de frustraciones sexuales/laborales que forjan en Sebastian la necesidad de utilizar ese nuevo poder caído en sus manos, a pesar del riesgo.
La definición de las relaciones hombre-mujer, se inscriben en el marco típicamente verhoeviano de cuerpos que interactuan para satisfacer necesidades, en función de esquemas de deseo o rechazo.

En esa interpretación mecanicista y darwinista resulta lógico que Sebastian acabe siendo un acosador: Por la sencilla razón de que piensa que puede poseer a una mujer, que tiene poder para ello, se dedica a ello (con una pasión obsesiva en todos los casos).

Se le han reprochado muchas cosas a la película, tal vez por culpa de compararla con la de Whale, o por su carácter en cierto modo de encargo (Verhoeven ya no estaba en posición de imponer criterios frente al guión, aunque siguió con su dinámica de pequeños cambios e introducción de matices). Pero una cosa es segura. Es difícil filmar algo que "no está", filmar la ausencia de imagen, la invisibilidad. Existen multitud de trucos, si, pero para que contextualicen "aquello que debería estar y no se ve" deben hacerse con pericia o se delatan como lo que son, trucos.

En ese sentido la sabiduría de Verhoeven es clínica, exacta, llena de experiencia y pericia. Filmando al hombre cuando esta, pero también y sobre todo cuando no está: La incertidumbre de los mortales comunes.

¿Un hombre despojado de su imagen y de su moral sigue siendo un hombre? ¿Existe un límite que nosotros, en su lugar, no superaríamos? Los dilemas son interesantes, y Verhoeven no los rehuye, pero la urgencia de la propia dinámica de la historia que le precipita al conflicto y a su resolución final... acaba convirtiendo un filme verhoeviano al cien por cien en un thriller de acción que en su metraje final es poco verhoeviano más allá de lo estético o icónico.

Finalmente, Verhoeven mismo acaba por hacerse invisible, tanto que los productores americanos no volvieron a visualizarle nítidamente.

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