Me es indiferente que el científico occidental típico me comprenda o me valore, ya que no comprende el espíritu con el que escribo. Nuestra civilización se caracteriza por la palabra 'progreso'. El progreso es su forma, no una de sus cualidades, el progresar. Es típicamente constructiva. Su actividad estriba en construir un producto cada vez más complicado. Y aun la claridad está al servicio de este fin; no es un fin en sí. Para mí, por el contrario, la claridad, la transparencia, es un fin sí.(Wittgenstein)Cuando se hace cierto tipo de cine político, hay dos grandes problemas: El primero es que el discurso puede acabar engullendo la historia. Incluso aportando gran cantidad de datos y testimonios, si nos ensañamos en subrayar aquello que de por si ya esta colocado en el centro de la función, nos estaremos equivocando.
El otro error no viene al caso.
Eso es lo que ocurre con los documentales de Moore, aunque llevandolo al limite, Moore consigue que partamos desde la premisa de aceptación de su tono militante: Sus hipérboles se dan por sentadas: Sabemos que es tendecioso, y es más, sabemos que él sabe que lo sabemos.
Se trata de un pacto: Moore proporciona una denuncia necesaria y de impacto a costa de transgredir incluso cuando hacerlo resulta contraproducente a su cine de denuncia, incluso cuando resta seriedad. Es un estilo que busca alejarse de los "libros de estilo" del género documental.
Linklater en Fast Food Nation busca que la historia hable por si misma, aunque vemos en su abigarrado escaparate de personajes-tipo que andan en círculos en torno a la industria del fast food, bien participando en ella, bien viviendo en sus aledaños, una muestra de puntos de vista no demasiado heterogéneos.
La cuestión central de la película no es si hay "mierda en la carne", esa materia fecal que hace que el ejecutivo Kinnear se lo piense antes de hincar el diente, sino, para mi, la clave esta en la actitud de Bruce Willis:
No hay un plan maquiavélico para fabricar basura, simplemente la maquinaria funciona así, y es más fácil plegarse a ella: Es la suma de mil pequeñas mezquindades, mil pequeñas grandes explotaciones, las que derivan en esa premisa, no un modo deliverado de planear hacer las cosas mal: Hay mierda en la carne no porque el gran directivo se rinda (y la habrá, nos dice Willis, a pesar de la integridad de los que si deciden luchar por lo que creen correcto, como la dependienta que se pasa a la defensa de los animales).
Hay mierda en la carne porque es el modo en el que funciona el mundo, y la inercia es la fuerza más fabulosa que se pueda imaginar. La hay por los desesperados dispuestos a trabajar por miserias a pesar de no estar cualificados, por los supervisores que hacen la vista gorda por sus hipotecas, por los capataces corruptos, y por los ganaderos que miran a otro lado.
La hay porque, al fin y al cabo, Linklater nos muestra que nuestra debilidad como seres humanos, y no una maldad manifiesta, es lo que nos hace comer mierda.
1 comment:
Tengo listo este film para ver ya que me intersa la diversidad del cine de este reconocido director. Saludos!
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