¿Se es asesino antes de matar?¿Un asesino nace o se hace?
Cuando hableis con un asesino, nunca admitirá que lo es.
Pero si sois del mismo gremio, si os tiene calado como eliminadores, no podrá resistirse. Ni a contar por qué mata, ni a preguntaros por qué matais vosotros.
¿Por qué matar?¿Hay un motivo en el ancho mundo que lo justifique?¿Os cuenta sus razones porque se siente culpable?
No, os lo cuenta como parte de cierto orgullo profesional, el porqué matar es el porqué de lo que hace día tras día, de su vida. Si según De Quincey rajar cuellos es una obra de arte, todo artista necesita un público, un crítico. Y solo nos tenemos entre nosotros.
Hay tantos motivos como hombres dispuestos a inventarselos.
Muchos hablan de venganza, o de hechos del pasado que les marcaron:
-Me violaron cuando era niño.
-Vi a un hombre saltar en pedacitos en la guerra(da igual cuál)
-Encontré a mi madre rajada con un cuchillo de carnicero por mi padre.
Palabrería pseudopsicoanalítica, en mi opinión. Meras excusas que se dicen a sí mismos para hacer algo que les encanta, pero que no se atreven a reconocer que hacen por placer.
Y una mierda, no hay peor mentiroso que el que se miente a sí mismo y se lo cree.
El pasado no existe, no es aliciente suficiente para dejar huérfanos a unos niños por unos miserables billetes (no estoy hablando del asesino pasional, furioso, de arrebato. Hablo del que repite). El pasado solo tiene el poder que nosotros le demos, solo le dejamos hacernos el daño que queremos hacernos, solo nos tortura siguiendo nuestra propia voluntad.
El pasado es una construcción, una invención, y ponemos en él las pinceladas de lo que ahora creemos que creíamos ver. Así que no me digas que eres un ser torturado. Matas por algo que te ocurre aquí y ahora, el ayer es solo sombra.
Y esa era la excusa buena.
No, no es por eso.
Y si te dicen que es por Dios, Patria o Dinero, o tal vez por amor, mienten.
El amor no es muerte. Si el amor te obliga a matar, mata al amor.
A la hora de mirar a los ojos a un ser humano y borrarlo del lienzo de la creación, no es Jesús o Mahoma quién guía nuestros dedos criminales y sedientos, o las fronteras dudosas de una nación de gente solitaria(y en caso de guerra tampoco. Solo sobrevivir. Es reinccidencia, pero por darwinismo e instinto animal), ni la posibilidad de pagar las letras del coche o comprar un rolex, o ganar tal vez un beso de un cuerpo tibio que está tan aterrado como tú de la fría soledad de la vida y de la muerte(y si sabe que te lo has ganado matando, amas a alguien más fría y peligrosa que tú mismo. Si no lo sabe, desengañate, es parte de un mundo lejano a tí, y solo puedes causarle dolor).
Todos los asesinos tenemos algo en común. Algo que perdimos por el camino. Se nos acabaron las emociones. Ilusión, ira, tristeza, amor, odio, melancolía, alegría. Cada vez cuesta más reaccionar ante los estímulos exteriores, somos frío granito.
Somos tullidos, tullidos del corazón, corazones de piedra, de nieve sucia, de ceniza y adoquín, impasibles.
Robots que fueron carne melancólica una vez, que añoran la persona que eran, incluso las punzadas del dolor que sentían.
El dolor es como los analgésicos y otros medicamentos. Crean tolerancia, y cada vez llega menos. Antes nos sacudía, y parecíamos saber lo vivos que estabamos.
Matamos. Matamos. Matamos porque al arrebatar una vida sentimos algo por un momento, somos personas, matar nos vuelve personas. Qué triste. Es triste, nadie afirma lo contrario.
Por un segundo somos, estamos. La emoción, la incertidumbre, el poder, el miedo, el asco a uno mismo, la piedad reprimida, el dolor, la culpa, la broma macabra, el abismo de la existencia y de la muerte.
Estamos vivos una vez más, el corazón bombea sentimientos, vuelve el calor a nuestros rostros y la tristeza al alma. No me estoy justificando. No es motivo. Es como no tener motivo alguno en absoluto.
Y no hay ninguna otra razón, el dinero solo sirve para subsistir hasta el próximo encargo.