Prometo no desatender el blog del todo, pese a mi total caída en una espiral de abulia.
Por ahora os dejo con
otro de los interminables podcasts musicales de El club de los Pilotos Suicidas, en donde noticias, peroratas, conciertos, y sobre todo críticas destructivas llenas de bilis (
Interpol, Lori Meyers) conviven con ejercicios de sano revivalismo (¿todo tiempo pasado fue mejor? Preguntemos a los
Stone Roses y su debut, disco histórico de la jornada)
Personalmente, como parte de mi espiral antes mencionada, mi asco a las masas, y mi desarrollado sentido de la integridad física y moral, hoy por hoy prefiero cualquier tormento chino antes que ir a un concierto, pero ahí tenemos al entusiasta
Farxavi cubriendo todos los festivales habidos y por haber (ya está planeando un
Paredes de Coura o un
Glastonbury como el paso natural para su corresponsalía musical. Promete liarme, a pesar a mi incipiente fobia a viajar. Y eso que quería irme de beca Leonardo o algo)
Cómo he podido pasar de botar a lo loco, admirar el periodismo
Gonzo de
Hunter Thompson, vivir peligrosamente atado a una botella, jugármela, llevar chapas de los sex pistols y de los Clash, a encerrarme en casa con el batín, el libro de poemas de Celan o de Martinson, el vasito de leche y el capítulo de
Mad Men, bajando las persianas para simular no estar y que no me líen, agotado, forma parte de un cuadro general de desaliento controlado y no muy excesivo, vida tranquila basada en pequeños placeres, y de sartreana afirmación de que el infierno son los demás.
Auque me contradigo, y hace poco salí de mi madriguera de fantastico señor Zorro, y celebré, y bebí, y polemicé y no dejé que la maleza cubriera los caminos de la amistad, y me regalaron un muñeco de
Lennon por mi cumpleaños. Muy a tiempo para rendir homenajes necesarios.
En cuanto al podcast, empiezo a sentirme como el elemento elitista y aguafiestas del grupo, que no disfruta de nada pero lo analiza todo de forma pretenciosa y abstrusa. A caballo entre el
"hipster" del que hablan los anglosajones, tan diferente en significado hoy en día de la
época beat de Kerouac, el tipo que pretende que lo ha oído todo antes, y lo ha disfrutado antes, y lo ha agotado antes, conforme a la velocidad de la información de la hiper realidad de los
00's(¿algo perdurará realmente de ese maremágnum?) y el
abuelo cebolleta, "en mis tiempos se hacía mejor".
Temo convertirme en el tipo siniestro de la tienda de alquiler de discos de mi juventud. A la que yo llegaba con los oídos frescos y jóvenes, sorprendiéndome de todo, (re) descubriéndolo todo, y era recibido por los sarcasmos, a lo
"vendedor de tienda de comics" de los
Simpson.
He logrado mantener parte de la curiosidad durante años, de la capacidad de buscar y dejarse enamorar por la música. Pero lo renonozco. Cuando encuentro por la calle su jeta de perdedor, de crítico de mostrador de videoclub, de amargo aguafiestas, veo algo que se ha abierto paso. "
The Kids are allright" decían los
Who. Tal vez solo hemos dejado de tener los oídos abiertos para comprenderlo.
Siempre nos quedará
I am The Resurrection.