Comienza a ser difícil distinguir la hipérbole de la realidad. Estos días de homenaje oficial a Berlanga, uno camina entre proclamaciones de falleras mayores, y sacrificios rituales de cabezas de turco, conjuras, paellas en la malvarrosa, reivindicaciones del Parany, o juegos de palabras ("ya ha caído el primer pardalet"), mientras algunos ven los cadáveres de sus enemigos (correligionarios) arrastrados por el río.
Triste desamparo del que no tiene ya lugar al que arrojarse, al que desaparecer. Escribí un día que el éxito del PPCV era el éxito de un sueño, de una concepción compartida de quienes somos (o debieramos haber sido), exitoso aún con sobrecostes y flecos, pero quién se sueña vestido y se descubre desnudo, acaba expuesto al escarnio.
Todos a la cárcel. En tiempos tumultuosos y apocalíticos, es el lugar seguro, así lo plantea el maestro Berlanga, la cárcel no como cerco, sino como seno materno que envuelve, que protege. Hay quién no tiene eso, quién se ve arrojado a los espacios exteriores, extrapolíticos, a la insondable frialdad exterior de la vida de a pie.
¿Hay peor castigo para un político profesional (sin otro oficio) que verse convertido en persona corriente, en "common people like you"? ¿Peor castigo que verse de gobernante a gobernado (por sus rivales. Es decir, por sus compañeros. Es lo mismo)? Y encima sin sueldo vitalicio de senador o semejante, como mucho con una pensioncita a cargo de Milagrosa (Martínez, presidenta de les corts).
Los esperpentos berlanguianos tienen un guión, un propósito. Los juguetes rotos de una manera de hacer política, tienen, todo lo más, hermanos con amigos de dinero. Tal vez algún puesto en consultorías, como Sevilla. Curioso Sevilla, curioso Solbes. Disciplinados cuando se les da su migaja de poder, críticos cuando se les retira. Qué fácil resolver el mundo cuando no se está ya en el puente de mando, entonces era el momento del puñetazo en la mesa, no ahora. Revolucionarios con sueldo de ex ministro.
Así también Costa ha ladrado que no caería solo, máxime por conductas compartidas por muchos (demasiados). Ladridos tristes de quién no se atreve a morder.
Camps es hoy el perro que se roe la pata gangranada para salir huyendo de la trampa. El brazo derecho ha sido cercenado no sin resistencia, guardando las formas que no el fondo, ni el lazo privilegiado con Génova, que más que lazo es ahora nudo corredizo, con los zaplanistas desenterrando el hacha de guerra. En eso consiste el nombramiento de los dos campsistas alicantinos que entre los dos suman un Costa.
Mientras tanto, los otros se miran el ombligo, y aún algún senador por Valencia del PSPV hace aquello que sabemos que hacen los profesores universitarios por sus hijos. Asegurarse de que continúan el linaje, por lo civil o lo criminal. Como el cid, Ernest Bru aprobará examenes aún después de muerto, se presente o no.
En plena fiebre de hiperrealidad, en que la farsa berlanguiana parece más plausible, y en que los cazos de unos y otros, algunos publicados en el BOE (las fortunas de algunos ministros), con Canal 9 ejerciendo su derecho a soñar con Oz, a nuestro presidente ZP se le escurre el país de entre los dedos, entre delirios y fiebres de estadista internacional, pensando en la reunión triunfal, o pensando en la presidencia europea (¿no suena el clásico "heaven, i'm in heaven"? ¿era de Gershiwn?), perdiendo de vista a Opel, por ejemplo, y perdiendo de vista aquello de Marx, de que “todas las naciones capitalistas abrazan periódicamente el fraude, pretendiendo ganar dinero sin mediar proceso productivo”. apliquese a España, apliquese al PPCV, apliquese a las cajas de ahorros.
Detrás de la cortina, no había mago, allá en Oz. Detrás de esta cortina, nadie parece al mando. ¿A quién pediré un cerebro? Tal vez mejor así, mejor no comprender. Vayámonos todos a la cárcel, o a algún lugar seguro...
Y ahora algo completamente diferente. O anticipadas (¿con qué candidato? ¿Con qué oposición?). O la operación Olivas aplicada al cese (temporal) de la vida institucional, o dicho a las bravas, Rajoy señalando a Camps la puerta de atrás. Lo mejor para el partido(s). Porque el sainete si no puede eternizarse.