Se echa hacia atrás limpiándose la boca. Debería parecer menos él mismo, pero no es así, parece más él mismo que nunca. Es como si, al tener el cuerpo averiado, todo le hubiera asomado a la cara, y aunque ésta ha cambiado, aunque está toda hueca y la carne cuelga, el efecto es que deja traslucir mejor lo esencial, como si le hubieran encendido una lucecita dentro.
Digo:
-¿Para qué querías verme?-como si yo fuera un hombre muy ocupado y tuviera que irme enseguida. No quería preguntarlo así.
Me mira. Me mira directamente a la cara como si también buscara en ella un poco de luz, como si estuviera buscando su propia cara en la mía, y me traspasara como si yo estuviera hueco, como si estuviera vacío, y no tengo sus ojos, su voz, sus huesos, su manera de cerrar el pico y de mirarte directamente sin apenas un parpadeo.
(Last Orders, Graham Swift)
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