Hay quién contempla a la juventud con el ojo con que un oficial observa a la carne de cañón antes de una batalla, o tal vez con la mirada con que un empresario circense examina a un oso en cautiverio antes de obligarlo a danzar...
Soy muy suspicaz cuando se habla de generaciones. Tal vez como un colectivo muy limitado, poco numeroso, bien conocido, una minoría, por alguna razón excepcional, conexa. Y ni siquiera así.
En alguna redacción desvencijada, un periodista perezoso acuñó algún cliché que ha hecho fortuna y que muchos repiten como papagallos. Con una presunción inusitada, algunos lo han adoptado como verdad, como categoría sociológica, como realidad. Hablan de ello porque es real, y es real porque la gente, los medios, hablan de ello. Una tautología en toda regla.
La generación Ni-ni. Una forma más de criminalizar a las nuevas generaciones. Una forma de decir que los jóvenes de ahora no son como los de antes, aunque el mundo en ruinas que se les lega no es exactamente culpa de su generación, sino de la de los que los señalan.
The Kids are all right, decían los Who.
En un páramo económico como el presente, los que tienen empleo y los que no lo tienen comienzan a destacarse como "clases" antagónicas. Los mayores, empleados, miran con alarma a los jóvenes desesperados. Qué mejor que intuirlos inútiles, embrutecidos y holgazanes, a la vez que se afirma que estamos desperdiciando a la generación más preparada de la historia.
¿Preparada para qué? Los sobrecualificados demandantes de empleo, ocultan su educación en los CV, mientras siguen formándose por el mero hecho de seguir activos. Las universidades son viveros de parados, institutos de secundaria con pretensiones, islas artificiales desconexas de la realidad.
El SERVEF se convierte a marchas forzadas en un instrumento de control social. Los cursos más que formar, producen la ilusión de formación, de modo que el inempleable patológico, el sobrecualificado, el remanente humano "sobrante", la mano de obra no necesitada, no se rebele, y ocupe su tiempo en algo más que en pensar, cuestionar y enfadarse. Se crea la ilusión de una salida, de un futuro, de un camino. Un horizonte muy parecido al de La pianola de Vonnegut.
Mientras, se presenta la vagancia, la vulgaridad, el pasotismo, como una invención de esa nueva generación. como si no existiesen anteriormente, como si el apoyo familiar que efectivamente puede dar lugar al abuso y a la escapada de la realidad de los hijos a costa de los padres, no fueran además el único asidero de mil situaciones más de precariedad, acompañadas de busqueda efectiva de un destino, de una función, de un futuro.
Focalizan la atención en unos pocos casos, no significativos, se olvidan de que para armar una generación, necesitan algo más. Un espíritu de la época, un sentimiento general, que no es precisamente como nos lo venden. Es esta una operación de marketing psico-social más osada, pero que no carece de precedentes: La perversión de las versiones oficiales de mayo del 68, del punk, del grunge, creando el tópico y los clichés que reemplazaron a las auténticas revueltas juveniles.
Como si no hubieran jóvenes excepcionales (a esos no interesa mostrarlos, aunque yo los he conocido por docenas, en los cursos de idiomas, en la universidad), como si esta nueva versión de la Generación X mereciera en efecto, se hubiese ganado de hecho, el estar fuera de juego. Las Princesas de Barrio como lobby "a la inversa" de la juventud. Los programadores de TV y periodistas de opinión, jugando a aprendices de dioses, como creadores de "experimentos sociológicos" que no sólo pretenden expresar algo válido sobre la realidad. Pretenden suplantarla, pretende ser lo real.
The Kids are all right. Yo sólo espero a que dedidan que ya tienen bastante, para sumarme a sus protestas. Grecia y Gran Bretaña señalan el camino. Yo confío en los centenares de jóvenes inteligentes, válidos y sensatos que todavía no se han ido del país, a pesar de las caricaturas crueles.
Todavía no se han ido. Pero eso no quiere decir que no vayan a hacerlo...
Soy muy suspicaz cuando se habla de generaciones. Tal vez como un colectivo muy limitado, poco numeroso, bien conocido, una minoría, por alguna razón excepcional, conexa. Y ni siquiera así.
En alguna redacción desvencijada, un periodista perezoso acuñó algún cliché que ha hecho fortuna y que muchos repiten como papagallos. Con una presunción inusitada, algunos lo han adoptado como verdad, como categoría sociológica, como realidad. Hablan de ello porque es real, y es real porque la gente, los medios, hablan de ello. Una tautología en toda regla.
La generación Ni-ni. Una forma más de criminalizar a las nuevas generaciones. Una forma de decir que los jóvenes de ahora no son como los de antes, aunque el mundo en ruinas que se les lega no es exactamente culpa de su generación, sino de la de los que los señalan.
The Kids are all right, decían los Who.
En un páramo económico como el presente, los que tienen empleo y los que no lo tienen comienzan a destacarse como "clases" antagónicas. Los mayores, empleados, miran con alarma a los jóvenes desesperados. Qué mejor que intuirlos inútiles, embrutecidos y holgazanes, a la vez que se afirma que estamos desperdiciando a la generación más preparada de la historia.
¿Preparada para qué? Los sobrecualificados demandantes de empleo, ocultan su educación en los CV, mientras siguen formándose por el mero hecho de seguir activos. Las universidades son viveros de parados, institutos de secundaria con pretensiones, islas artificiales desconexas de la realidad.
El SERVEF se convierte a marchas forzadas en un instrumento de control social. Los cursos más que formar, producen la ilusión de formación, de modo que el inempleable patológico, el sobrecualificado, el remanente humano "sobrante", la mano de obra no necesitada, no se rebele, y ocupe su tiempo en algo más que en pensar, cuestionar y enfadarse. Se crea la ilusión de una salida, de un futuro, de un camino. Un horizonte muy parecido al de La pianola de Vonnegut.
Mientras, se presenta la vagancia, la vulgaridad, el pasotismo, como una invención de esa nueva generación. como si no existiesen anteriormente, como si el apoyo familiar que efectivamente puede dar lugar al abuso y a la escapada de la realidad de los hijos a costa de los padres, no fueran además el único asidero de mil situaciones más de precariedad, acompañadas de busqueda efectiva de un destino, de una función, de un futuro.
Focalizan la atención en unos pocos casos, no significativos, se olvidan de que para armar una generación, necesitan algo más. Un espíritu de la época, un sentimiento general, que no es precisamente como nos lo venden. Es esta una operación de marketing psico-social más osada, pero que no carece de precedentes: La perversión de las versiones oficiales de mayo del 68, del punk, del grunge, creando el tópico y los clichés que reemplazaron a las auténticas revueltas juveniles.
Como si no hubieran jóvenes excepcionales (a esos no interesa mostrarlos, aunque yo los he conocido por docenas, en los cursos de idiomas, en la universidad), como si esta nueva versión de la Generación X mereciera en efecto, se hubiese ganado de hecho, el estar fuera de juego. Las Princesas de Barrio como lobby "a la inversa" de la juventud. Los programadores de TV y periodistas de opinión, jugando a aprendices de dioses, como creadores de "experimentos sociológicos" que no sólo pretenden expresar algo válido sobre la realidad. Pretenden suplantarla, pretende ser lo real.
The Kids are all right. Yo sólo espero a que dedidan que ya tienen bastante, para sumarme a sus protestas. Grecia y Gran Bretaña señalan el camino. Yo confío en los centenares de jóvenes inteligentes, válidos y sensatos que todavía no se han ido del país, a pesar de las caricaturas crueles.
Todavía no se han ido. Pero eso no quiere decir que no vayan a hacerlo...
5 comments:
AMEN
Yo que soy un burgues asustadizo, no creo tanto en la revuelta callejera sino en la auto-organización y el despertar de la juventud... De hecho, tanto que dicen de los Ni-Ni, que coincido plenamente con lo capcioso y artificioso del término, yo creo que los veo más despiertos que mi generación...
A mí me gustaría más activismo político e iniciativa empresarial, mayor defensa de los derechos colectivos pero tambien un poco de reflexión "kennedyniana" y de implicación personal y colectiva... Realmente creo que la ecuación de kale borroka y los maximalismos no nos van a llevar a ningun lado... Creo que se debe luchar pero desde la acción positiva... (Que ingenuo soy...)
ps: yo sigo pensando como ya dije en mi blog que los sueños de la generacion x se han cumplido, no tenemos trabajo ni estabilidad pero si acceso ilimitado a la cultura y accesibilidad al viajar... que entroncaba con el antimaterialismo de la tambien inventada generación de los primeros 90s...
Yo opino que toda auto-represión es enfermiza. Si hablo de protestas, es más de dar una vía de salida a la frustración acumulada. No hablo tanto de una auténtica revuelta a la arabe. Pero los hechos de Gran Bretaña espresan una sana vida, interés, de la sociedad en los estratos jóvenes.
Creo en expresar el descontento, más que en hacerlo soterrado, un sentir que emponzoña las iniciativas "positivas", un cinismo que avanza en todo lo político. Creo en la protesta como profilaxis contra ello.
No basta para cambiar las cosas, pero también he deambulado por las organizaciones estudiantiles (más bien por su periferia) y el tema de la organización y el activismo oficial me tiene MUY desengañado.
No me hable de Kennedysmos. Tenía buenos asesores y escritores de discursos, pero es tal vez uno de los peores presidentes que recuerdo. El mito contra el legado real, supongo.
Cuando hablo de la generación X, hablo más bien de la creación mediática de la misma, como supeuesta apatía y desorientación. Como bien dices, había un elemento antimaterialista heredero del hippismo y del 68, que fue ignorado. aumque no comparto tanto lo que dices acerca de su realización.
Pues iba a puntualizar algo, pero ¿para qué?
Sencillamente incontestable.
Simplificar el problema, reducirlo a unos parámetros asumibles por la masa, lo agranda en realidad. La responsabilidad de las generaciones que precedieron a las actuales es punible y evidente, por mucho que se laven las manos y miren hacia otro lado. Por otra parte, ni esta generación está compuesta por vagos y maleantes, ni son unos obtusos ignorantes como muchos se empeñan en demostrar. En este sentido se podría encontrar uso para el apestoso término ni-ni que algún imbécil acuñó.
Encontrar los motivos de una actitud tan pasiva es tan complejo como admitir la cantidad ingente de errores cometidos. No soy optimista en lo referente al futuro, pero sí confío en que el estatus social cambie y aún pueda verlo.
Gran artículo de opinión, Mycroft.
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