“I hope to give you at least 15 more years of movies. I’m not going to be this old guy that keeps cranking them out. My plan is to have a theater by that time in some small town and I will be the manager – this crazy old movie guy.”
“Movies are my religion and God is my patron. I’m lucky enough to be in the position where I don’t make movies to pay for my pool. When I make a movie, I want it to be everything to me; like I would die for it.”
Valencia es inhabitable estos días. Salvajes hordas de tribus autóctonas practican guerrilla urbana, mientras la suciedad, la inmundicia, el ruido, el incivismo, los explosivos baratos, los olores a freidurias, los turistas, y más que nada la desmesura lo inundan todo.
Yo ya no lo soporto.
Se ha calculado que debido a las calles cortadas injustificadamente, una ambulancia puede llegar a tardar el doble en atender una urgencia, y a menudo deben llamar a casa del paciente a preguntar la ruta más viable.
Yo me voy. Esto se queda tal cual. Pero... me temo que como buen valenciano, disperso y colorista, inconsistente y ruidoso, abro nuevo espacio que añadir a mi incoherente y herrumbroso emporio bloguero-mediático.
El Club de los Canallas abre como humilde posada. Aunque yo no esté, mucho del multiverso micronésico anda pululando en forma de refritos, y de colaboraciones, comentarios, y socios privilegiados.
Hay quién contempla a la juventud con el ojo con que un oficial observa a la carne de cañón antes de una batalla, o tal vez con la mirada con que un empresario circense examina a un oso en cautiverio antes de obligarlo a danzar...
Soy muy suspicaz cuando se habla de generaciones. Tal vez como un colectivo muy limitado, poco numeroso, bien conocido, una minoría, por alguna razón excepcional, conexa. Y ni siquiera así.
En alguna redacción desvencijada, un periodista perezoso acuñó algún cliché que ha hecho fortuna y que muchos repiten como papagallos. Con una presunción inusitada, algunos lo han adoptado como verdad, como categoría sociológica, como realidad. Hablan de ello porque es real, y es real porque la gente, los medios, hablan de ello. Una tautología en toda regla.
La generación Ni-ni. Una forma más de criminalizar a las nuevas generaciones. Una forma de decir que los jóvenes de ahora no son como los de antes, aunque el mundo en ruinas que se les lega no es exactamente culpa de su generación, sino de la de los que los señalan.
The Kids are all right, decían los Who.
En un páramo económico como el presente, los que tienen empleo y los que no lo tienen comienzan a destacarse como "clases" antagónicas. Los mayores, empleados, miran con alarma a los jóvenes desesperados. Qué mejor que intuirlos inútiles, embrutecidos y holgazanes, a la vez que se afirma que estamos desperdiciando a la generación más preparada de la historia.
¿Preparada para qué? Los sobrecualificados demandantes de empleo, ocultan su educación en los CV, mientras siguen formándose por el mero hecho de seguir activos. Las universidades son viveros de parados, institutos de secundaria con pretensiones, islas artificiales desconexas de la realidad.
El SERVEF se convierte a marchas forzadas en un instrumento de control social. Los cursos más que formar, producen la ilusión de formación, de modo que el inempleable patológico, el sobrecualificado, el remanente humano "sobrante", la mano de obra no necesitada, no se rebele, y ocupe su tiempo en algo más que en pensar, cuestionar y enfadarse. Se crea la ilusión de una salida, de un futuro, de un camino. Un horizonte muy parecido al de La pianola de Vonnegut.
Mientras, se presenta la vagancia, la vulgaridad, el pasotismo, como una invención de esa nueva generación. como si no existiesen anteriormente, como si el apoyo familiar que efectivamente puede dar lugar al abuso y a la escapada de la realidad de los hijos a costa de los padres, no fueran además el único asidero de mil situaciones más de precariedad, acompañadas de busqueda efectiva de un destino, de una función, de un futuro.
Focalizan la atención en unos pocos casos, no significativos, se olvidan de que para armar una generación, necesitan algo más. Un espíritu de la época, un sentimiento general, que no es precisamente como nos lo venden. Es esta una operación de marketing psico-social más osada, pero que no carece de precedentes: La perversión de las versiones oficiales de mayo del 68, del punk, del grunge, creando el tópico y los clichés que reemplazaron a las auténticas revueltas juveniles.
Como si no hubieran jóvenes excepcionales (a esos no interesa mostrarlos, aunque yo los he conocido por docenas, en los cursos de idiomas, en la universidad), como si esta nueva versión de la Generación X mereciera en efecto, se hubiese ganado de hecho, el estar fuera de juego. Las Princesas de Barrio como lobby "a la inversa" de la juventud. Los programadores de TV y periodistas de opinión, jugando a aprendices de dioses, como creadores de "experimentos sociológicos" que no sólo pretenden expresar algo válido sobre la realidad. Pretenden suplantarla, pretende ser lo real.
The Kids are all right. Yo sólo espero a que dedidan que ya tienen bastante, para sumarme a sus protestas. Grecia y Gran Bretaña señalan el camino. Yo confío en los centenares de jóvenes inteligentes, válidos y sensatos que todavía no se han ido del país, a pesar de las caricaturas crueles.
Todavía no se han ido. Pero eso no quiere decir que no vayan a hacerlo...
Recupero sección olvidada, doy señales de vida, y reitero mi amor por las versiones. De nuevo, considero esta versión insultantemente superior a la original. Los Klaxons se apartaron de su heterodoxo comienzo y ahora son un grupo emo al uso. Todo estaba perdido...¿Todo? No, no todo. Heretics llegaron al rescate y transformaron su Echoes en una exploitation de Depeche Mode que haría sentir orgulloso al propio Dave Gahan...
Voten su preferido. El single sin alma de Klaxons, o el oscuro hijo bastardo de los Heretics...
El single de Heretics con más versionzacas (La de Billy Idol, delirante), aquí...
Una legítima crítica del Guardian venía a arremeter contra Skins por ser puro "cuento de hadas", por llevar la droga y el sexo con naturalidad, pero vivir en el fondo de espaldas a la cultura juvenil real.
Muy malacostumbrados deben estar, me temo, en las islas, dando por descontadas propuestas de calidad: No han sufrido un Al salir de Clase, un Compañeros, Un Física y Química.
Si, es un cuento, un cuento a la Hughes: Pero con dolorosas gotas de crudeza. De drama. La nueva generación me ha convencido desde el minuto uno, a diferencia de una segunda generación de skins que tuvo que ganarme para la causa.
A falta de dos capítulos, ya tenemos mucho apuntado: Personajes fantásticos, que además no funcionan solos, sino que combinan entre sí. Unos guionistas que han cogido al personaje más antipático e impersonal (Nick), y han hecho con él el mejor capítulo de lo que llevamos de temporada.
¿Es inverosímil? La verosimilitud está sobrevalorada. Capítulos como el dedicado a Liv, con ella y Matty disfrazados de Peluches escapando de un pervertido, no tienen precio.
Mi momento preferido es el de un Nick absolutamente perdido, desquiciado, mirando a su alrededor con espanto en una cama ajena, en plena acción, incapaz de reconocerse a sí mismo, incapaz de saber cómo ha acabado allí, en un lugar que no es para él, totalmente incómodo, sustituyendo el supuesto placer sexual con el disgusto y el asco por si mismo.
Los credores de la serie lo han conseguido otra vez. Es difícil no sentir ternura por Rich, el heavy de buen corazón, por Franky, por Grace. Las historias serán, para los críticos, carne de cuento de hadas, pero los personajes viven, se mueven, dudan y sufren con mayor "verdad" que mucha gente "real" de la pura telerrealidad.
Cinco temporadas después, Skins sigue siendo el mejor cine juvenil del momento.
Mutando desde 1981. Rock, Pop, cine, comics, literatura, filosofía, conspiranoias, cyberpunk, y tecnomisticismo. Explorador de sensaciones, romántico y cínico, especialista en venenos rápidos, pluma mercenaria, sindicalista, anarco-socialista, utopista